domingo, 13 de noviembre de 2016

La muerte de la amistad

Así un día sin más dejaron de escribirse. Ya no habían mensajes de “Hola” a las mañanas, ya no había el interminable conversatorio nocturno antes dormir. Ya no habían videollamadas al cenar, o al pintar las paredes y arreglar la habitación.

Se acabaron los abrazos a escondidas, esos besos a oscuras, incluso las ganas de contar las cosas personales, los secretos que compartieron siempre, las confesiones que aunque dolían, eran para seguir creciendo juntos.

Así un día sin más pasaron a ser dos extraños que sólo hablaban cuando era necesario  y sólo por las redes sociales. Ya no había "ven a verme" ni "vamos a comer algo". Él no podía con esa  alocada juventud que era ella, ése descubrimiento de nuevos amigos, esas noches de amanecida de estudios y fiestas universitarias. Y ella no podía con el ritmo de vida tan difícil que él llevaba, esas largas horas de trabajo y los temas de conversación tan aburridos para ella.



Un día sin más dejaron de ser mejores amigos y pasaron a ser conocidos, extraños... ella prefería salir a bailar, él quedarse en casa tomando café. Sus caminos se hacían cada vez más lejanos. Y pensar que pudieron llegar a ser grandes... muy grandes.

Pero les ganó la vida y las cosas que nuevas que descubrían cada día.
A ella le quedará un empolvado delfín de peluche que envejece en su armario. A él le quedarán unas fotos impresas en un sobre guardado en su cajón, que van perdiendo color cada día con la humedad.


Y ese amor que hubo, incluso esa amistad, quedaran guardadas tal vez en lo más profundo de sus corazones. Ella no lo sentirá, él la recordará en silencio. 

Ella quiso alejarse, él no supo darle tiempo. Y así, sin más, un día pasarán a ser dos extraños que evitan las miradas, aunque en el fondo de sus corazones añoren volver a reír otra vez, y un beso a escondidas, un beso que no signifique nada, de esos que ambos preferían.