¿Qué era antes? Ya no lo recuerdo. Ni siquiera sé cómo lucía ayer, cuando
el mundo era de color. No recuerdo mi nombre, mi infancia, mi edad, mi color.
Ni siquiera sé si era hombre o mujer.
¿Antes podía dibujar? Nunca lo sabré. Ya ni siquiera sé a qué sabía cada
color ¿Podía el verde ser tan dulce como el azul del cielo? Creo que también lo
olvidé.
Pude estar en tantos lugares y planetas, cantando canciones de karaoke con
mis amigos. Pero tampoco los recuerdo. Ni sus rostros, ni sus nombres. Sólo escucho
un pequeño atisbo de tenues melodías que juguetean en mi cabeza y que se niegan
a callarse.
No me reconozco en los espejos, ni siquiera cuando su reflejo se multiplica
infinitamente cuando pongo uno frente a otro, ni siquiera entre infinitos
rostros puedo distinguir el mío.
Ya no recuerdo los sonidos del sol, el canto de las estrellas, el color de
la arena o el sabor de los árboles. He olvidado todo. Nada puedo hacer y no hay
nadie que me ayude a recordar.
Esas tenues melodías siguen sonando, incrementando su intensidad, como
gotas cayendo y haciendo eco en mi
cabeza… de repente una frase: “Chipi chipi bom bom", y viene otra: “no quiero
soñar mil veces las mismas cosas”, y otra más: “Ground control to Major
Tom, Ground control to Major Tom”.
Entonces poco a poco mi memoria
empieza a delinearse, todo comienza a tomar forma, textura, color. El ruido se
vuelve canción. Y de repente me reconozco a mí mismo, parado ante un espejo
siendo consciente de mi existencia. Por un segundo puedo saber quién soy (quién
era).
Pero cierro los ojos, y todo lo
creado se esfuma otra vez. Y una vez más, olvido todo. Desesperado huyo por las
calles que ya no reconozco, buscando una canción que me haga recordar. Y así,
vuelta a empezar, una y otra, y otra vez más. Hasta el día en que apaguen la
luz.