viernes, 8 de julio de 2016

Mi corazón es tu muñeca preferida

He pasado tanto tiempo mirando tus fotos que podría llegar a imaginar tu voz saliendo de las imágenes y diciéndome una vez más que nunca te alejarías. He revisado tantas veces tus notas en papel que aún puedo imaginar que acaricias mi piel como la tinta que he leído en esas hojas rotas.

Parece que mis sentimientos se limitaron a ser parte de un monitor de computadora y un juguete que me mira receloso adornando mi pared.

Puedo recordarte casi siempre, cuando nos besábamos a escondidas, cuando inventamos historias de cómo haríamos para huir juntos. Te recuerdo a pesar de todo el mal que sembraste dentro de mí.

Recuerdo cuando mi sonrisa aún tenía algo de vida. Cuando acariciaba tu piel tan blanca y fría como el alma que me robaste.

Aún recuerdo el “te amo” que surgió entre batallas, y que pensamos que sería inmortal. Pero debo aceptarlo, el amor se ha marchado, no el mío, ése aún va matándome de a pocos y destrozando lentamente lo que queda de mí; sino el tuyo, tu amor se esfumó como la alegría de un niño cuando se rompe su juguete preferido.


Decidimos no jugar nunca, decidimos entregarnos en cuerpo y alma, en silencio, en secreto, perteneciéndonos, siendo agua y arena formando un nuevo mundo. Y sabiendo que aún jugabas con muñecas, decidí igual arriesgar. De pronto me vi envuelto en coincidencias extrañas, en mentiras piadosas, en excusas tontas. Todo era válido con tal de escapar de mí. Y yo seguí creyendo y deseando por dentro que todo sea un error.

Te gustaba jugar con muñecas, y mi corazón fue tu muñeca preferida. Te lo regalé en mal estado, te pedí que lo cuidaras, que necesitaba tiempo y paciencia para repararse. Pero no te importó, lo usaste algunas veces, y lo rompiste otras veces más. Mi corazón fue tu juguete favorito, y yo ya estaba harto de jugar.

A pesar de todo, aún te busco, aún quiero verte en secreto, aún daría todo porque juegues otra vez conmigo, por apostar sabiendo que perderé en una partida ya arreglada antes de empezar. 

Espero que no tengas piedad con lo que guardas de mí, ojalá quemes los dibujos que nacieron pensando en tu rostro, y que sus cenizas te borren esa sonrisa que poco te durará.   

Te sigo esperando a pesar de que yo estoy harto de jugar, sabiendo que mi corazón es tu muñeca preferida.



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