martes, 9 de abril de 2024

La memoria es frágil

Regreso del supermercado después de comprar unos dulces para acompañar el café. Al costado del negocio hay un colegio y es la hora de salida. Veo a los niños con sus padres y recuerdo cuando tenía su edad: 7 u 8 años. De pronto, me encuentro en situaciones aisladas. Siento que puedo describir a grandes rasgos cosas como el aula en la casona, cuando mi mamá nos recogía en su pequeña moto o cómo me sentía cuando el abusivo de turno rondaba por mi pupitre. Pero faltan actores en este libreto. Muchos.

Hace pocos años me jactaba de tener memoria de todos los nombres y apellidos de los niños de ese salón. Hoy me es imposible nombrar a más de la mitad y, con suerte, recuerdo el apellido de 3 o 4. De chiripa me acabo de acordar de la maestra, la miss Carmelina (no me preguntes por su apellido). ¿Qué habrá sido de ella? Una pista: No es la que está en la foto.


¿Ubi Sunt?

La memoria es frágil y el olvido es implacable, pues bastó sólo un par de años de ejercitar el recuerdo para que mi mente borre los nombres y apellidos de estos chicos, como una inscripción en la arena a orillas del mar. Veo una foto de aquel tiempo y, entre conocidos, veo fantasmas. ¿Quienes son? ¿Cuáles eran sus nombres? ¿Por qué yo tengo una camiseta de Mickey mouse?


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