Yo tuve una
amiga, una mejor amiga, llegó a mi vida en el momento que más lo necesitaba: cuando
mis ganas por vivir estaban al 100%, cuando mi adolescencia y juventud me
jugaban malas pasadas emocionales, cuando descubrimos que las preocupaciones
eran cosas de gente mayor.
Digamos que
se llamaba… Danae. Fue en 4to de secundaria que nos hicimos amigos
inseparables, uno parte del otro. Podíamos pasar horas, literalmente horas
hablando por teléfono. Nos regalábamos tarjetas y cartas, y hasta chateábamos a
papel y lapicero durante las clases, ya sea en papelitos pequeños o en hojas de
cuaderno arrancadas. Recuerdo que para
un cumpleaños suyo pasé todas estas conversaciones a la computadora, y se las regalé
impresas, para que queden de alguna forma, eternizadas.
Teníamos
tanta confianza que podíamos lanzarnos los peores insultos y no nos ofendíamos,
sabíamos que eran puñaladas dulces, de esas que te cortan, pero que no quieres
que dejen de lastimarte sólo porque las lanzó ésa persona en particular.
Fue una
madrugada en su casa, Danae me convidó unas galletas que había horneado durante
el día. No pude parar de comerlas, estaban buenísimas, ella se molestó porque
no le dejé ni una. Esa noche descubrí muy a mi pesar, que la amaba en secreto.
Yo no era
capaz de tocarla, ni siquiera para saludarla, me tragué un abrazo cuando por mi
cumpleaños me regaló el poster de Freddie Mercury. Evitaba darle un beso en la
mejilla o incluso ponerme a su lado para no rozarla ni por casualidad. La
quería tanto que no me importaba verla de enamorada con otro compañero del
colegio, sólo quería que sea feliz. Y ella lo era.
Le escribí
poemas y le regalé pequeños detalles, pero siempre advirtiéndole: “Son en plan
de amigos, por si acaso” Pero en el fondo moría porque ella se dé cuenta de mis
sentimientos. Nunca lo hizo, o tal vez sí, y prefirió callarlo.
Imagen para recordar uno de los tantos años nuevos en playa |
Pasó el
tiempo, acabó el colegio. Veíamos “Sabrina, la bruja adolescente” ella en su
casa y yo en la mía, y en la noche nos juntábamos para hablar de los capítulos
y de tantas miles de cosas más.
Creo que
mis sentimientos por Danae se hicieron muy evidentes para nuestro grupo de
amigos, ellos lo sabían, hasta nos bromeaban alguna vez respecto al tema, pero
yo siempre me mantuve indiferente. No sabía si ella podía sentir lo mismo.
Pasaron un
par de años, dejamos de frecuentarnos, cambiamos los círculos de amigos y ella
se mudó de ciudad. Lo superé, me costó mucho pero logré enterrar toda esa
ilusión adolescente, amor, o como quiera llamarse.
Una vez la
encontré por Messenger, era un sábado por la tarde. Hace mucho que no
hablábamos, así que nos pusimos a chatear. Hablamos de nuestros recuerdos y las
buenas épocas del colegio, pero un tema llevó a otro y por primera vez, pude
confesarle todo lo que había sentido. Fue un torrente de emociones el que me
invadió, lágrimas caían y mojaban el teclado, pero se lo dije todo… todo.
Me sentí aliviado,
ahora podíamos ser amigos otra vez, los mismos amigos de aquel 4to de
secundaria. Aunque en ciudades distintas, no perdíamos la comunicación. Nos
reíamos y burlábamos de todo. Yo era feliz por haber recuperado esa relación.
Pero otra vez, cosas del destino, nos volvimos
a alejar. Esta vez fui yo el que cambiaba no sólo de ciudad, sino de país. Ya
casi nunca hablábamos, nuestros horarios nunca coincidían. Sólo sabía por oídas
de amigos que ella empezó a cambiar, para bien o para mal.
Yo seguía
siendo el mismo, ella no, ya era otra. Sentía cada vez más esa ruptura entre
nosotros cuando escasamente lográbamos coincidir en el chat. Así sin más, una
mañana decidió sacarme de su vida, nunca supe el porqué, me negó todo posible acceso
a ser parte de ella. Sentí un dolor tan grande, era como si una parte de mí
moría.
Danae era
mi mejor amiga, ese título ha sido hasta el momento irreemplazable. Siempre
imagino que la encuentro de casualidad por la calle y yo le obsequio uno de mis
libros. Y aunque tal vez ella se negaría a mirarme, esta vez no me cortaría
para nada en darle un abrazo.
Inevitable recordarla cuando escucho esta canción
6 comentarios:
Tierna historia amigo, de esas...miles...Un abrazo.
Ya había amenazado el señor Melquiades conque iba a postear varias cosas fresas. He aquí la primera muestra. Y, para coronar su hazaña, le puso figuritas del manga jajaja
Tiene razón don Aguirre, el joven cuareton cumplió con su amenaza :D.
Por cierto lo leí con la voz de Pedro Suarez, recordando Talk Show :D
Me muero por leer el comentario que ha sido eliminado
Era este: Tiene razón don Aguirre, el joven cuareton cumplió con su amenaza :D.
Por cierto conforme leí el post, lo leí con la voz de Pedro Suarez, recordando Talk Show :D
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