martes, 31 de marzo de 2015

Crónica de una instalación fallida 1

Desde la quincena de enero Paty y yo convenimos en que necesitábamos servicios de Cable e Internet. Yo de Internet, Paty de Cable y, por alguna razón que desconozco, las empresas operadoras convinieron en que también necesitábamos teléfono fijo.

Convinieron en que necesitábamos este moderno aparato.

De esa manera, en un par de días analicé el mercado y di cuenta de que teníamos dos alternativas: 

En primer lugar teníamos el paquete Chori Movistar, que ofrecía 68 canales de cable, Internet de 2Mbps y 30 minutos de teléfono fijo. Todo al costo de 69 soles el primer mes y, a partir del segundo, 130, excluyendo el gasto de instalación, que eran 70 soles. Así que, en resumen, siempre había que pagar 130.

En segundo lugar estaba el paquete Claro, que ofrecía 90 canales de cable, Internet de 2Mbps y 60 minutos de telefonía fija. Todo al costo de 69 soles los dos primeros meses y, a partir del tercero, 130 y sin cobrar instalación.

A pesar de las evidentes ventajas del plan Claro optamos por Movistar por una razón un poco caprichosa:  Telefónica tenía un canal llamado "Plus Tv" que era el favorito de Paty y, por desgracia, era exclusivo. Así pues, contratamos servicio llamando al 104, que es el canal oficial de Movistar para hacer todo tipo de gestiones.

A Paty le dijeron que la instalación la realizarían a partir del séptimo día de solicitado el paquete, ya que Osiptel (Organismo de Supervisión de Inversión Privada en Telecomunicaciones) establecía que podía hacerse hasta en 15. Yo recordaba que en Claro me dijeron que esto se llevaba a cabo en dos días, pero me quedé callado pensando que a lo mejor era una de esas mentiras auspiciosas que se dicen cuando se vende un producto.

Naturalmente, esperamos los siete días y luego los quince y no nos habían instalado ni un tornillo. Así que Paty llamó (lo hizo ella porque era la que contrataba el servicio, de lo contrario el tema no se habría llevado con tanta elegancia) a los de Movistar para preguntar qué había pasado. Para sorpresa nuestra, en la empresa le respondieron que en el sistema no se había registrado ningún pedido a su nombre.

Con un poco de rabia contenida, Paty se esforzó por tratar bien a los señores del 104 y les volvió a hacer la solicitud (llamada que se prolongó durante toda nuestra cena). Sin embargo, cuando estaban procesando el pedido, le dijeron: "Lo sentimos, no estamos ofreciendo servicio en la zona especificada"; lo cual resultaba raro, puesto que vivíamos al costado del almacén central de Movistar y todos los días veíamos a sus operarios instalando equipos en departamentos vecinos.

Con gran desazón decidimos volver sobre nuestros pasos y contratar el paquete Claro, no sin antes quejar a Movistar con Osiptel por la demora de la instalación y por la mala información brindada. Cosa inútil: resulta que en Osiptel nos dijeron que había que presentar primero un reclamo en en la empresa operadora y que esto debía hacerse de forma personal y por escrito. Comprensiblemente, Paty me dijo que no tenía tiempo para salir del trabajo y hacer toda la gestión. Así, pues: Movistar se quedaría impune.

Ahora bien, el lunes de la tercera semana del suplicio, justo antes de que Paty se comunique con Claro, la llamaron de Movistar para decirle que -ahora sí- tenían servicio y que ya podía efectuar su pedido. Paty, avivada por el recuerdo de su canal favorito "Plus Tv", realizó la solicitud sin consultarme, esperando de todo corazón de que ahora las cosas se den.

Pero no fue así.

Pasaron siete días y cuando le pregunté (o recordé) si había llamado a Claro, ella me confesó todo con lagrimas en los ojos. Muy a nuestro pesar Telefónica otra vez hacía de las suyas. Y es que, vencido un nuevo plazo de 15 días, Movistar no nos había instalado nada. 

Paty, ahora sí enfadada, llamó a reclamar al 104. La respuesta fue confusa: "No hay cable en esa zona. Si quieren poner el servicio, tienen que hacer un nuevo pedido para que instalen antenas parabólicas. Las antenas tienen un valor adicional junto con los "decos". En total saldría 130 soles aparte de la instalación y esto será debitado de sus futuros recibos".

Tan hastiados estábamos ya de telefónica y sus mecanismos fraudulentos que aceptamos los términos con la condición de que se instale todo a la brevedad, porque ya teníamos más de un mes (35 días en total) solicitando sus servicios. De ese modo, por fin aquel sábado vinieron. 

Hasta en España: FACUA Elige a Movistar la peor empresa del año
http://bit.ly/1NAXciH

Todo ocurrió en 5 minutos. Los técnicos analizaron las instalaciones del edificio y me dijeron: "señor, sí hay cable. No le podemos instalar las antenas". Yo les respondí: "muy bien, no lo hagan. Mejor pongan el servicio normal y así nos ahorramos el costo de esos aparatos". Ellos me contestaron con gravedad: "No se puede. Tiene que deshacer el pedido llamando al 104 y esperar 30 días para que se procese la cancelación. Recién entonces podrá extender una nueva solicitud. De lo contrario le van a cobrar este mes como si ya le hubiéramos instalado las antenas".

Deshicimos el pedido pensando mandar al carajillo a Movistar. 

Sin embargo, en la agencia de Movistar nos trataron muy bien y acabaron por alentarnos a volver a tentar la instalación. Nos dijeron que cuando se llama al 104 siempre ocurren esas cosas. Que si hacíamos la solicitud mediante un ejecutivo de ventas de Piura, la iban a sacar adelante lo más pronto posible. De hecho, se comprometieron con Paty a que, si pagaba la instalación el sábado, le programarían el servicio para el miércoles de todas maneras (lo que es más: ya estaba anotado en el sistema). 

Fui a pagar la instalación el sábado y esperé una hora entera para hacer el abono porque, paradójicamente, en la única caja donde se podía pagar la cuenta (me explicaron que tenían una impresora con tinta especial que brillaba en la oscuridad o no sé que mierda) no había sistema. 

Joder.

Naturlamente, llegó el miércoles y no nos instalaron un carajo. Paty ya no quiso ni llamar. Agotada, hastiada y perturbada, al fin, sólo quería dejar pasar el asunto que tantas penurias nos había causado. "Esperemos los siete días que dan de plazo", propuso.

Pasaron 7 días y  nada. Entonces, y ya adelantándonos a la posible respuesta de Movistar, decidimos completar los 15 días establecidos por Osiptel (vale mencionar que, hasta el momento ya habían trascurrido 50 días desde que hicimos la primera solicitud).

Por fin llamaron a Paty. La respuesta fue más que definitiva: "Lo sentimos, no se va a poder instalar el paquete internet-cable porque la zona donde vive está saturada. Su pedido ha sido suspendido". En ese momento yo me encontraba como el Joker de Heath Ledger, aplaudiendo...


Así pues, ante la infinita eficiencia de los amigos de los que son más y pagan menos, por fin fuimos a Claro a pedir el servicio, no sin antes hacer las respectivas quejas en Telefónica. Paty se las tuvo que soplar. Pero no era para menos. Le dije que hiciera 4 reclamos separados y no  uno, como bien quería Telefónica, probablemente para responder alguna mierda que no sabe a nada como "Sentimos que haya experimentado ciertas deficiencias en nuestros servicios de atención, en Telefónica del Perú nos esforzamos por brindarle cada vez un mejor servicio. Buen día".

A la fecha, vamos esperando 3 días desde que hicimos la solicitud en Claro. No hay internet, no hay cable, no hay teléfono. Tampoco se sabe nada del dinero que aboné para los gastos de instalación en Movistar.

Lee la segunda parte aquí.

sábado, 28 de marzo de 2015

Volviendo a la realidad

Así pues, yo también estoy de vuelta. Mis motivos, justificados: toda esta semana estuve preparando una serie de reseñas bibliográficas que publiqué en mi canal de Youtube. Lamentablemente éstas no tuvieron el éxito esperado, pero al menos allanaron el camino para depurar el estilo de Monitor Fanasma.


Mientras tanto, aunque de manera voyerista (casi casi como el señor Hoyós), he ido siguiendo este blog y he comprobado de manera silenciosa mis más profundas sospechas: los señores Gabriel y Jonatan viven en la irrealidad. 

Veamos: luego de mi colosal informe sobre la inflación en Perú, Melquiades escribió un post dando rienda suelta a sus más íntimas fantasías. Don Chunga, por su lado, no se quedó atrás y no se le ocurrió mejor forma que hacer escuelita contándonos un sueño. Un sueño.

¿Qué pasó, muchachos?

Bueno, siendo el caso, creo que de nuevo me toca poner la cuota de realidad aquí. Y para que se vea que soy un blogger serio -y por consiguiente original- reportaré lo ocurrido esta semana en Piura así:

Tres sucesos asombrosos

Primer suceso

Todo empezó el viernes pasado, cuando una cuadrilla de malhechores intentaron asaltar una financiera en la avenida Loreto (al costadito de mi ex colegio).


Los ladrones (¿Cómo dirían los periodistas? Ah, sí, "facinerosos") llegaron a las 2:30pm al local de una recientemente inaugurada financiera pero la policía, que les seguía los pasos, los interceptó en plena faena.

Entonces todo se convirtió en una película del salvaje oeste: disparos por acá, tiros por allá; correteos aquí, persecuciones por allá... y en un momento imprevisto todo acabó de la siguiente manera:

Foto: Correo

Lo que en estilo Western se retrata bien en "Por un puñado de dólares" y aquella escena final en la que Clint Eastwood contaba cadáveres en una carreta...



Segundo suceso

Tras un par de lluvias de cierta copiosidad, el Senamhi, que previamente había previsto un año seco, renovó su autoridad en vaticinar que llovería todo marzo. Y así, viendo que el público respondía positivamente (es decir, con preocupación) ante sus predicciones, decidió soltar la bomba de todos los años:

Foto: Rita García
Así es señores: ¡No hay año que no haya Niño para el Senamhi! 

Y lo que más indigna es toda la sarta de periodistas muertos de hambre que no hacen sino atiborrar las portadas con la misma información fallida, esperanzados en que esta vez sí la chunten. Lo que no es novedad. Si mal no recuerdo, aún tengo frescos titulares al estilo: "Perú va al mundial Francia 98".

Alguna vez le acertarán con lo del Niño. Aunque pasen 100 años. Luego, serán héroes.

Tercer suceso

Ayer la ciudad soportó todas las inclemencias de la naturaleza sin que cayera una sola gota de agua. Curioso fue el caso porque cerraron el Puente Cáceres "por precaución", sólo porque la represa Los ejidos soltó un poco más de agua al río (lo cual es normal a estas alturas del año).

Foto: El tiempo
De todas maneras, la medida de precaución no hizo más que generar pánico y traer el recuerdo de las lluvias del 98, cuando Piura y Castilla estaban incomunicadas y los puentes se abrían por escasas horas, de modo que, si se te pasaba el tiempo, podías verte atrapado todo el día del lado equivocado el río.

Algunas personas por las redes sociales adelantaban rumores,
como César Leigh, que de momento tuvo que rectificarse.

No sólo se cerró el puente. Hay que decir que también hubo apagones en distintos puntos de la ciudad, gran congestión vehicular (lo que, para ser franco, creo se debe a que era fin de mes) y un calor de los mil demonios.

lunes, 23 de marzo de 2015

Érase una pesca, un concierto con strepper y una rubia asustada

¡Buenos días a todos! 

          Paso después de varios días por acá, al igual que mis compañeros que deben estar piteando y por eso siento un zumbido en mis oídos. O también puede ser mi consciencia que me hace sentir culpable por mi escasa participación en las últimas dos semanas.
Pero bueno ya estoy aquí, trayendo un nuevo post para esta semana, para este post no traigo la breve reseña de un viaje, no suelo hacerlo tanto como quisiera. Sé que querer es poder, lástima que mis poderes no cubren el coste de pasajes y estadía en hoteles, sin mencionar las comidas y el tiempo que dejo de generar ingresos, por generar gastos. Me vuelvo a desviar del tema, así que querido diario vengo a comentarte una pesadilla que tuve hace dos o tres noches.
Aquella noche como siempre, después de la jornada laboral, procedí a quitar el sudor y olor con el que el verano adorna mi cuerpo todos los días, para retirarme a mi cuarto a escribir unas cuantas cosas, leer algunos blogs y checar Facebook and Twitter. No tarde en caer presa del escozor de unos ojos arenosos, supongo que sandman estaba acosando detrás de ventanas oculares reclamándome a su mundo. Así que como de costumbre busque una de mis series españolas favoritas y procedí a la reproducción de uno de sus videos, para que me arrullara en la búsqueda de un sueño agradable.
Fue uno de esos sueños múltiples o sueños segmentados, como una obra que se presenta en distintos actos pero que no suele guardar demasiada relación con su predecesor o antecesor. Estaba a orillas de un lago pescando con mi hermano, cosa rara ya que de entrada mi hermano y yo no tenemos ni puta idea de pescar. Sin mencionar que nuestra definición de pescado es lo que encontramos en el mercado o lo que madre trae ya del mercado. El caso es que mi hermano estábamos ahí, conversando de alguna tontería mientras esperábamos algún tirón del cordel que nos indicara que habíamos tenido suerte.


Justo en ese momento de risa fraternal, fue cuando todo pasó. Una corazonada invadió mi ser y me indico que mi hermano y yo debíamos salir de ahí cagando leches, algo muy gordo estaba por ocurrir y estábamos en el lugar correcto para mandarnos a la mierda. Mi hermano entre risas no presto mucha atención, pese a que me puse de pie de forma sorpresiva y con los ojos como platos.
El día no tardó en darme la razón,  la tierra se empezó a sacudir y ondas se dibujaron en el lago, que parecían querer alzarse imposiblemente sobre su pequeño espacio. Armando, mi hermano, no tardo en ponerse de pie y junto a mí emprendió la carrera lejos de aquel lugar, pero no fuimos demasiado veloces.
Tan pronto como empezamos a correr algo exploto bajo las aguas, desencadenando una serie de eventos que ninguno de los esperaba.  Una fisura tan ancha como un cilindro se empezó a abrir en el suelo accidentando, creciendo en dirección a nuestros no muy veloces pies. Pero nuestras esperanzas de salvación se terminaron de romper justo cuando un árbol se derrumbó sobre su sitio, bloqueando nuestro avance, e inmediatamente cuando corríamos para rodearlos, el suelo bajo mis pies desapareció.
Armando pudo saltar asustado, cayendo sobre el árbol que se mantenía como una isla sobre la fisura, gracias a su gran longitud. Pero yo caía y caía en la oscuridad, en un grito que no termino de brotar de mis labios y justo cuando pensaba que iba a golpear el oscuro fondo, abrí los ojos.
Me vi rodeado de gente y estaba en un recinto más grande del que hubiera visto en mucho tiempo, la luz del sol nos bañaba a todos. Noté la algarabía de la gente que me rodeaba las sonrisas de hombres y mujeres, como en una especie de concierto de música electrónica, y de algo así se trataba pues el sonido fue lo que llego después. La gente más próxima a mi sitio me tocaba la espalda animosamente, mientras las chicas se reían según los chascarrillos que soltaba el animador de la fiesta.
Entonces fue cuando solicitaron desde la tarima un hombre del público, miles de manos parecieron golpear mi espalda empujándome hacía adelante. Y la emoción se desencadeno en jalones que terminaron por ponerme justo en las escaleras que subían al escenario, para instantes siguientes estar al lado de un animador español. Fue entonces cuando caí que estaba en España, pero mientras mi cerebro procesaba la información que recibía, sin prestar atención a lo que decía el ocurrente animador.
-Y con ustedes Amador Rivas y su Mandanga Style – anuncio y miles de voces vitorearon eufóricas.
El sonido de una parodia del Gangnam Style empezó a vibrar en los gigantescos parlantes. Un tipo con un aire a Bardem apareció en el escenario y contrariamente a su típico baile estúpido, empezó a bailarme a mi mientras se desnudaba, mismo strepper, mientras mis ganas de salir corriendo de aquel lugar aumentaban, menos prendas tenía aquel sujeto, y cuando pensé que lo peor se acercaba todo acabo con un aplauso, para continuar en una despedida general del anunciador, que gritaba que era el final de evento. Baje del escenario conmocionado por lo sucedido, deseando que ninguno de mis amigos hubiera visto aquello, cuando el grupo que me rodeaba minutos antes se acercó a mí.
De entre ellos una rubia se arrojó hacia mí, enredando sus brazos en mi cuello mientras plantaba unos labios carnosos sobre los míos, dándome un apasionado beso que concluyo en risillas por el show en el que me habían metido minutos antes. Yo no entendía muy bien aquello, estaba seguro de que en mi vida había visto a esos jóvenes, y mucho menos a aquella rubia de labios tentadores y unos ojos que te paralizaban.



-Vamos, cari – dijo la muchacha juguetonamente, mientras me arrastraba a las puertas de salida de aquel recinto.
El resto del grupo desapareció en cuanto ella y yo llegamos a las calles, una serpenteante red de veredas y asfalto surgió ante mí, lleno de escaparates que nunca había visto, al menos no en mi ciudad. La rubia se colgaba de mi brazo, y cuando desvié por un momento mis ojos de su rubia melena caí en una nueva sorpresa, como si tuviera pocas. Otro hombre me miraba desde mi reflejo en los escaparates.
Exactamente, no era yo, era un tipo demasiado distinto, un par de palmos más altos y más delgado. Dos esmeraldas reemplazaban mis habituales ojos marrones, y unas facciones bajo las cuales mi padre se hubiera planteado dudas sobre la paternidad, y hasta yo. Mientras el asombro seguía devorando mis sesos, el paisaje se desfiguro, los edificios empezaron a envejecer, hasta desaparecer y un nuevo paisaje empezó a crearse ante cada nuevo paso que dábamos.
La rubia parecía un poco sorprendida al igual que yo, aunque tal vez no por la misma cantidad de sorpresas, mientras que el paisaje terminaba de plantarse frente a nosotros. Un árbol rodeado de un charco de agua sucia, mientras miles de ramas amontonadas montaban pequeñas montañas alrededor de todo, justo sobre eso estábamos parado. La chica de cabello dorada recogió una de las ramas que era tan gruesa como su brazo y formulo la pregunta ante aquella rareza.
-Dicen que esté es el sitio al que apuntan todos los demonios de nombre Gabriel – dije, con voz reverberante, una voz tan impropia de mí y, por los ojos como platos de la muchacha, del cuerpo que ahora ocupaba -. Este es nuestro pequeño infierno, nuestra casa y nuestro último recinto y todas las almas que se reúnan en nuestras redes perecerán.
El miedo subió por mi garganta, y podía ver el mismo sentimiento reflejado en los hermosos ojos de la muchacha que parecía congelarse en su sitio, incapaz de huir, Mi voz seguía distorsionándose pronunciando palabras oscuras que jamás me imagine, mientras intentaba llevar mis manos hacia mi boca, pero mis manos apuntaban hacía la chica. Y justo cuando más miedo sentía desperté.

Lo edite un poco, como a muchos a mí los sueños me empiezan a desaparecer de la memoria poco después de despierto, pero es casi un 90% fiel de la pesadilla original. Bueno ahora me despido y les deseo un gran fin de semana a todos.

viernes, 20 de marzo de 2015

La muchacha de ojos de papel

La última vez que vi a la muchacha de ojos de papel fue en la ciudad de Bilbao, afuera del Guggenheim. Ella había ido al concierto de su grupo favorito. Y desde muy temprano, ilusionada, daba vueltas cerca a las puertas del recinto para poder entrar y disfrutar de la música de los Arcade Fire. Yo la miraba de lejos mientras ella paseaba por el museo y sus exteriores, temía acercarme demasiado.


La lluvia despertó y empezó a humedecer lenta pero incansablemente toda la ciudad, el agua corría fuerte sobre la avenida principal. Así que la muchacha de ojos de papel, con sus pequeños pies corrió por las calles para refugiarse en un restaurant de comida china hasta que pase el aguacero y el viento cesara su furia, además, ya estando allí, aprovechar para almorzar. Yo la miraba desde la acera del frente, a través de la ventana, no me importaba abrazar la lluvia con tal de seguir observándola.






Afuera, la ciudad la esperaba paciente, y poco a poco el sol se escapaba por las ventanas. De un momento a otro se apagó la lluvia y la muchacha de ojos de papel, con su piel de crayola caminó sigilosa hasta perderse entre la multitud para esperar la hora en que diera inicio el concierto. 

Las puertas del recinto se abrieron y entre tanta gente pude acercarme más a ella, incluso pude rozar sus dedos de lavanda. Ella, emocionada se impacientaba por la hora a la que la música en vivo comenzara a sonar, incluso pude oír cómo se aceleraban los latidos de su corazón de tiza.

La muchacha de ojos de papel se había ubicado en primera fila, a escasos centímetros del escenario. Pude al fin ponerme a su lado. Allí entre el gentío su vestido rosa sobresalía entre las demás almas, ese color que merecía ser robado por lo bien que entallaba sus pechos de miel.

La última vez que vi a la muchacha de ojos de papel, ella bailaba y saltaba emocionada cuando su grupo favorito empezó a tocar. Nunca la había visto tan alegre. Entonaba las canciones tan fuerte que su voz de gorrión llegaba a mis oídos con más intensidad que la de los mismos Arcade Fire.

En cada canción ella brillaba más y más, era un sol que iluminaba todo el lugar, yo era un eclipse a su lado. Sólo podía observarla. Disfrutaba más de la energía que ella transmitía que del propio grupo musical que tenía en frente mío. Por un momento me sentí feliz. Así, las canciones venían como oleajes, una tras otra sin parar. Hasta que de sorpresa, cantaron su canción preferida.

La última vez que vi a la muchacha, en el concierto sonó “Crown of love”. De sus ojos de papel cayeron lágrimas y humedecieron el lienzo de su rostro. Sólo en ese instante ella me miró. Supe entonces que no la volvería a ver, llevaba un “adiós” escrito en sus párpados. De esa melodía surgió una bruma melancólicamente azul que nos envolvió y nos llevó a espacios muy lejanos, hasta hoy.

Acabado el concierto me perdí, la perdí de vista, la busqué entre los rostros desconocidos de la multitud pero ya no pude alcanzarla, y me quedé solo, perdido entre las calles de una ciudad que no conocía. No pude volver a encontrarla.



Fue hace tanto que no he vuelto a ver a la muchacha de ojos de papel que a veces olvido su mirada, pero suena esa última canción, y otra vez su rostro se dibuja en mis recuerdos.


miércoles, 18 de marzo de 2015

Nos están traicionando

Ante el panorama mundial, en el que atravesamos una época de sobreproducción petrolera, resulta inverosímil que los precios de los combustibles en el Perú no acaben de bajar (o que sólo lo hagan cuando el Estado los subsidia). Sorprende esto, en especial, considerando que el nuestro es un país productor de petróleo. Y más aún, llama la atención (y hasta encabrona) enterarnos de las cosas en las que los directivos de Petroperú derrochan invierten el dinero.

Que lo paguen de su plata, que no les falta

…que tampoco es muy diferente a lo ocurrido hace poco con el señor Julio Velarde, presidente del Banco de Reserva del Perú, quien no podía dejar de pasar un año sin subirse el sueldo aún teniendo el salario de funcionario público más alto de todo, todo…todito el país.

Al señor Velarde le quedaban cortos los 41mil soles y
quería que le aumenten tres mil mal; es decir, sumado
todo el señor Velarde iba a ganar 59 sueldos mínimos
mensuales. ¡Provecho!

En efecto, es innegable que Perú atraviesa por un buen momento económico y que todos quieren su tajada. Los taxistas no son ajenos a esta repartija. Al menos en Piura, los profesionalísimos del transporte (autodenominados ahora “transportadores”, probablemente en honor a las películas de Jason Statham) en los últimos 4 años llegaron a aumentar sus tarifas hasta en un 500% (considerando que en 2009 lo máximo que cobraban era S/.2.50, hoy en día del centro a mi casa me piden S/.13.00 con regateo).

 Lo positivo del caso es que, al menos, han renovado
esa vieja flota de autos Tico de hace 20 años.

Hasta los lugares que nunca subían sus precios, como la Pera madura, el favorito de toda la vida que desde los noventas servía un cafecito por un sol, a partir del 2010 empezó a encarecer sus servicios a manera de progresión geométrica.

La gráfica demuestra el encarecimiento del café en la
Pera madura, el cual, antes del 2010 costará más que el de
Starbucks.

Otros favoritos como el Munich, que hacía 6 años cobraba 3 lucas por chela, ahora la vende al doble. Y aún más: el recientemente descubierto Don Lucho’s, que vendía un ceviche llamado “empresarial” por 10 soles (una fuente bastante decente de donde podían comer hasta 4 personas) ahora, dos años después, lo sirve menguado (no “lenguado”) y a 20 nuevos soles.

Ceviche empresarial de Don Lucho's 

En Perú las reglas de la física parecen haberse invertido: todo sube no tiene que bajar. Y así pues, ya hasta resulta un pecado mortal que uno reclame. La consigna de los negocios parece ser refregarte en la cara que sus productos son exclusivos y que, si eres misio, no vales el sol que tienes en el bolsillo.

Dato anacrónico: si estás leyendo esto en otro país o en una época en la que el valor del Sol parece remoto, hago esta breve ilustración: una botella de agua mineral promedio de 500ml en 2008 costaba un sol. En 2015 la misma botella de la misma marca cuesta S/.1.20. Con esto ya te darás cuenta de que la supuesta inflación no es más que una concertación de precios en ciertos sectores supravalorados.

jueves, 12 de marzo de 2015

Tres hechos insólitos

La apertura de la librería Alejandría se dio de manera discreta el lunes 1 de setiembre de 2014. Desde entonces, la tienda se caracterizó por priorizar una variada muestra de libros locales a la par de los títulos comunes en el mercado. Además, no vendía libros piratas y sus operarios se vanagloriaban en anunciarse como “libreros que saben de libros”.

La librería en su esplendor

Sin embargo, como toda iniciativa literaria que es más cultural que comercial, el negocio tuvo una corta duración, cerrando sus puertas a fines de noviembre del mismo año. No hay mucho que contar sobre esta breve vida de libreros que nos tocó vivir. Todo se podría resumir en una línea como: “fue bonito mientras duró”. Aunque… por otro lado, sí, debo admitir que hubieron tres hechos que llamaron la atención por lo insólitos que resultaron; sucesos colaterales a los que no puedo evitar encontrarles relación con el corto tiempo que la librería estuvo en funcionamiento.

Primer hecho: disparos en la calle Ica

Miércoles 3 de setiembre (dos días de inaugurada la tienda). Llego a mi turno a las nueve de la mañana. Abro la puerta, acomodo mi laptop en el escritorio. Voy por la escoba para hacer un poco de limpieza. De pronto, un ruido de disparos hace eco por los pasillos del centro comercial donde funciona la librería.

Un par de asaltantes han disparado a quemarropa a un cambista frente al hotel Ixnuk. El cuerpo del sujeto yace recostado sobre el primer escalón de la entrada. Algunas personas se acercan a auxiliar al herido. Lo embarcan en un taxi rumbo al hospital.

La sangre queda derramada sobre la vereda. Me quedo contemplando esa mancha roja por varias horas, hasta que llegan los peritos de criminalística, hacen una breve investigación y luego los trabajadores del hotel traen jabón y paños y limpian todo.

Más tarde, saliendo de mi turno, veo que la  noticia se difunde a nivel nacional, por medio de las imágenes de las cámaras del hotel. Todos hablan de inseguridad ciudadana. Todos se quejan de lo mal que estamos. Todos quieren justicia para el pobre cambista.

Las imágenes fueron ampliamente difundidas.

A la fecha en la que escribo este post, no se sabe a ciencia cierta si es que detuvieron a los asaltantes (sé que acusaron a un sujeto, pero éste probó que no había estado en Piura ese día y denunció a la policía por manchar su honor) y si se recuperaron los 65mil dólares que le robaron a la víctima.

Segundo hecho: una bomba en el centro

Viernes 5 de setiembre (cuatro días de inaugurada la tienda). Paso por Alejandría en la mañana, sin ser mi turno, con la única intención de visitar a Jonatan. Al llegar me doy cuenta de que las calles están acordonadas y que las rejas del centro comercial están cerradas. El vigilante, sin embargo, me deja entrar con cierta preocupación explicándome que han puesto una bomba en la calle Arequipa y que no es prudente andar por ahí.

A mí me parece una broma. A lo lejos veo al señor Melquiades, sentado en la librería –aclaración: la tienda es un stand que está construido de madera y grandes cristales, de manera que cualquier explosión podría causar la ruptura del vidrio, provocando que Jonatan tenga una muerte lenta y dolorosa-, revisando su celular TUENTI y escuchando música con sus enormes audífonos SKULLCANDY.

Me acerco al fin a la librería y Jonatan me repite lo mismo que el vigilante, pero con una sonrisa. Le hace gracia el acontecimiento. O es eso o es que no valora su vida en lo absoluto. Imagino que tiene que ser lo segundo, ya que el centro comercial está cerrado, no entra ni un alma y no hay otra tienda abierta.

Contra toda advertencia, decido asomarme a la calle Arequipa y ver por fin qué ocurre. Se trata de una camioneta Mitsubishi L200 roja que está mal estacionada frente a Maxibodega. Todo el perímetro ha sido cercado por la policía y, al lado del vehículo, se encuentran los agentes de la división de explosivos (UDEX), que revisan afanosos el vehículo. Por supuesto que los curiosos no se han hecho esperar y se han acercado todo lo que han podido a la zona a costa de su propia integridad (lo cual evidencia una lógica muy particular: “¡Hay que ver una bomba antes de morir!”, aunque en este caso los dos verbos podrían entrar en el mismo paquete).
 
La camioneta

Los curiosos

De alguna forma comprendo a los chismosos. Tras el asunto del cambista, todo el mundo anda medio paranoico. De hecho, imagino que con la difusión de la noticia los efectivos de las comisarías de Piura deben haber quedado muy mal parados a nivel nacional. Quizá ahora quieran limpiar su imagen montando una especie de 11 de setiembre. Y es que parece un poco exagerado el show de bloquear cuatro cuadras a la redonda, disponer de todos los agentes de las cuatro comisarías de Piura, desplegar cientos de metros de cinta policial y disfrazar a los de la UDEX con sus trajes antiexplosivos de limitada eficacia pero que se ven bien en las fotos; todo un despliegue que no cumplió ninguna función real hasta que algún mandamás comprobó la presencia inequívoca de la prensa.

Así, pues, a dos horas de iniciadas las maniobras, se escucha el ruido de una pequeña explosión (no más grande que un cohetón de año nuevo). Los policías despejan la zona orgullosos y en cinco minutos todo vuelve a la normalidad.

¿Qué carajo pasó aquí? Pues bien…

Una reveladora investigación publicada en el diario El tiempo se encarga de poner las cosas en su lugar: Un gringo –en realidad no recuerdo si decía “gringo” pero lo dejaré así para darle más gracia al relato- había alquilado una camioneta. Cuando manejaba por el centro de la ciudad, al extranjero se le ocurrió revisar la guantera y ahí encontró un artefacto extraño. Inmediatamente entró en pánico y acudió a la policía. La policía, a su vez, no pudo identificar el objeto, así que por precaución cercó el lugar y llamaron a los agentes de la UDEX. Por último, los señores de la UDEX tampoco consiguieron determinar de qué se trataba, así que colocaron el aparato en una llanta y, con unos explosivos que ellos mismos cargaban, lo volaron en pedazos.

Lo que se sabe es que el objeto, por más desconocido que resultaba, no contenía ninguna clase de material explosivo. Lo que no se sabe es por qué nunca se llamó al dueño del vehículo para preguntarle qué era, con lo cual jamás se sabrá qué demonios se detonó ese día.

Tercer hecho: el camión abollado

Lunes 8 de setiembre (una semana de inaugurada la tienda). Llego a mi turno a las nueve de la mañana. Abro la puerta, acomodo mi laptop en el escritorio. Voy por la escoba para hacer un poco de limpieza. De pronto, un ruido… (Déjà vu) … un crujido metálico remece los corredores del centro comercial.

Levanto la mirada y veo que se trata del camión de una empresa de mensajería que intentaba estacionar en reversa por la calle Ica. Al hacerlo, el conductor ha estrellado la tolva contra un poste de alumbrado público.

Los cambistas de la zona, quienes muy orondos dirigían el retroceso del camión, ahora discuten y se echan la culpa entre ellos. Naturalmente, el chofer los manda a la mierda, arranca y se va. El vigilante del centro comercial se acerca a la librería y me advierte que tenga cuidado con esos sujetos, porque son bravos (sic).

Esto lo confirmo unas semanas después, cuando paso por la librería a dejar mercadería. Por unos segundos estaciono mi moto justo donde se estrelló el camión. Los cambistas me miran con cara de poto y me dicen que no me cuadre ahí, que ese es su espacio y que está reservado. No les hago caso. Dejo la moto (sin perderla nunca de vista) y, así, cuando salgo recibo una amenaza: “la próxima vez te la desaparezco”, me grita el más feo de ellos.

Consecuentemente, nunca más me estaciono allí.

Déjà vu

¡No vuelvo a publicar! (Hasta que escriba don Yoyos)

Exacto, sal de tu escondrijo y publica flojo :D
Jaja mentira, si seguiré publicando, solo quería hacer la gracia. Mi post en está ocasión es cortísimo la verdad, es una noticia de último minuto.

Estoy creando mi propio blog, con una tendencia juvenil, la idea es interrelacionarme con los jóvenes que circulan por la blogosfera, así llegar a más gente, difundir un poco de los títulos de la editorial, mi libro y los que vengan. Después de tantas vueltas por blogs me he dado cuenta del impacto que ha provocado en los adolescentes los blogs que se relacionan con el mundo de los libros, y llegue a la conclusión de que estoy desaprovechando un canal que nos conviene a los cuatro, no solo a mí. En el cual podemos difundir mejor nuestras creaciones y los de la editorial.

Bueno no deseo explayarme, les dejaré aquí la dirección de mi blog en creación y un pedido.


Mi pedido es si pudieran hacerme una lista de los libros publicados por Caramanduca, con su ficha de autor, ISBN, sinopsis, vamos lo general. Como verán en mi blog hay un apartado de Editorial, ahí encontraran una pestaña de Caramanduca Editores, junto con otras tres o cuatro subsecciones. Quisiera la información que les pido para completar esas casillas.

Bueno, nos estamos leyendo y Ángel ¡Publica!

miércoles, 11 de marzo de 2015

Mi primer beso

Un primer beso nunca es como el de Kevin Arnold y Winnie Cooper . Supongo que ver ese primer beso en la pantalla me cagó frió el cerebro por completo y siempre busqué que el mío fuese como el de ellos dos.



Yo tenía 13 años cuando di mi primer beso, ella también tenía esa edad (creo). Fue en una banquita en casa de su amiga. Fue un beso muy raro, apresurado, rochoso, violento. Recuerdo abrir los ojos disimuladamente y ver su cara pegada a la mía con una expresión bastante rara, recuerdo incluso el chirriar de nuestros dientes al juntarnos. Total, era para ambos nuestro primer beso y no teníamos idea de cómo hacerlo. Nada que ver como el de Kevin y Winnie. Aun así lo recuerdo con cariño a pesar de lo mal que lo hicimos y lo mal que acabamos esa relación.


Mas o menos así fue el mío


Los primeros besos que tuve en mis siguientes relaciones tampoco fueron lo esperado, claro que, con el tiempo mejoraron (¿a quién no le gusta besar?), pero el primero, ése que se supone te debe enganchar y enamorar de la otra persona, nunca fue lo que imaginaba.

Esos siguientes “primeros besos” con las enamoradas (o “novias”) que tuve fueron igualmente… cómo decirlo… no eran lo que me esperaba. Alguno fue apresurado, otro forzado, otro vergonzoso, uno fue  inoportuno y hasta tuve uno por obligación.

El “primer beso” de mi última relación fue algo divertido. Fue planificado al milímetro, incluso planeamos el lugar y la hora. Llegado el momento ella se puso muy nerviosa y empezamos a hablar trivialidades para romper el hielo. Pero, cansado yo de escucharla y habiéndonos reunido para lo que realmente nos habíamos reunido, la callé de golpe juntando mis labios a los suyos y dándonos ese primer beso que hasta ahora, siete años después, aún recuerdo con una sonrisa. Aún así, tampoco fue como el anhelado beso de Kevin y Winnie.

Creo que disfruté más esos poquísimos no primeros, sino “únicos besos”. Esos que empiezan con un Hola y terminan con un Adiós. Esos que di a alguien que no volví a ver, esos que surgieron sin motivo aparente, de la nada. Esos que se llevaron el nombre y el rostro de la otra persona. Esos besos espontáneos que se dieron sólo porque sí. Esos que se supone debí olvidar.

Pero, terco yo, creo que algún día podré tener ese “primer beso” que tanto espero, bajo la sombra de un árbol y a la luz de la luna.  Yo le daré mi chaqueta para ayudarla con el frío, nos miraremos, y sin decir palabra nos acercaremos para que nuestros labios se unan en un húmedo roce que parezca no terminar nunca.

Y quién sabe dónde estará mi Winnie Cooper, tal vez esperando por volver a buscarla, tal vez viendo Star Wars en la televisión o acabando su último año de carrera, tal vez aún no la conozca. Quizás esté a miles de kilómetros de aquí, o ayudando a su hijo a ir al baño por primera vez.  Quién sabe.

:3


martes, 10 de marzo de 2015

¡He vuelto! Después de tanto tiempo♫

Good Morning Vietnam! Venga vale: ¡Buenos días, Piura! (Y comunidades próximas o no tan próximas).


Voy llegando, bueno llegué ayer, de la ciudad de Trujillo en la cual estuve desde el sábado con mi señorita enamorada. Llevábamos casi dos meses sin vernos y con motivo de su regreso a Piura decidimos darnos nuestra escapada, y la verdad lo he disfrutado. Regreso más relajado, más enamorado, más risueño y más gordo jajá :D (Mañana me estaré lamentando seguramente de lo que comí). Que ideal viene desconectar de tanto en tanto, salir de la rutina de despertarse a ratos de madrugada, de las obligaciones diarias y andar por ahí con la sonrisa a flor de piel, y sobre todo compartir la experiencia con alguien tan cercana y amada. 

La baje de google xD


Arribamos a la ciudad de Trujillo el día sábado cerca de las 8:30 p.m, Después de un largo viaje repleto de niños llorones :D, con una gran variedad de películas que no me gustaban, excepto por una The Good Lie, con la chica de legalmente rubia y cuyo nombre ahora mismo escapa de mi mente y de mis dedos apresurados. Inmediatamente nos alojamos y esperamos hasta el domingo para salir a recorrer las calles de Trujillo. Como siempre te encuentras con todo tipo de gente, desde los más amables y agradables hasta los con cara de asco, que no nos trataron mal, pero que carecían de paciencia como a mi me suele ocurrir. 
Nos hospedamos en la Casa Muchik, el trato como era de esperar era bueno. El desayuno que nos vino con el alquiler de la habitación estuvo a pedir de boca. Lamento decir que recién cuando nos retirábamos para irnos al terminal, y tomar nuestro bus de regreso, me percate de los afiches de los sitios de comida que se exhibían en un lado de la recepción, y me perdí de un buffet de más de 20 platos a precio de regalo :'( ¡Maldita sea! 
No cuelgo fotos porque casi no tomamos, la pase tan pero tan bien que hasta me olvide de sacar regularmente el celular para tomar alguna fotografía ocasional, debo tener alguna en el móvil pero sigo con la pereza del viaje lo cual me impide buscarlas y subirlas. Me quede con ganas de quedarme un rato más en el cuarto, porque justo cuando nos empezamos a alistar para retirarnos pasaban por FX una de mis películas favoritas y entrañables: Big, de Tom Hanks. Que me recordó a otra película parecida que vi también años atrás, donde un chico accidentalmente se volvía mayor y enamoraba a una profesora de su escuela. Al final el al igual que Tom Hanks decide volver a ser niño, pero en esté caso la profesora está tan enamorada que también decide volverse niña, no sé si alguno de ustedes la recordara o será como mi película de super espías juveniles con zapatillas especiales que nadie recuerda :'(. 

Bueno no vine con un post demasiado elaborado, espero que hayan disfrutado su fin de semana tanto como yo, nos leemos pronto. 
Título de mi próximo post: Me niego a escribir hasta que don Yoyos escriba en el blog.

P.D. También volví con más ganas de escribir en mis libros, que es justo a lo que voy ahora. :D

sábado, 7 de marzo de 2015

La era celeste

Desde hace dos meses y dos días me mudé con mi novia, Paty a un departamento que estamos pagando a crédito hipotecario. Bueno, a decir verdad, por ahora lo está pagando ella, ya que yo pertenezco a ese contundente 0% de desempleo que anunció con orgullo el ministerio de trabajo en el trimestre pasado, no sé en qué fantasía. 

Soy un amo de casa. Pero no me gusta serlo. En realidad quiero trabajar. Quiero un empleo normal: estar en planilla, tener gratificaciones, seguro social y un mes de vacaciones. Sin embargo, por algunas deudas del pasado, mi nombre aún figura en el libro negro del Infocorp y eso, en términos laborales de nuestro país, resulta peor que ser un exconvicto.

Pero no me quedo con los brazos cruzados. Trato de postular a todas las chambas que veo (aunque ya van 3 meses de búsqueda implacable y no consigo siquiera una entrevista). Trato de seguir metiéndole punche a la editorial. Trato de no gastar mis escasas ganancias en cosas personales y aportar todo lo que pueda para la casa.

Me da pica porque pienso que la estoy pasando bien sin pagar el boleto completo. Y es que en estos últimos meses, a pesar de los ajustes, los esfuerzos, las limitaciones (no tenemos Internet, por ejemplo [el teléfono y el cable me da igual]) y el proceso de adaptación mutua, me siento muy feliz de vivir con Paty, a tal punto que podría decir que es la mejor época de mi vida. 

Así. Aunque no nos alcance ni para comprar un pescado fresco, como el otro día que nos resignamos a llevar a casa una suerte de filete congelado madeinchina, lo que resultó, técnicamente, en el peor ceviche que haya comido jamás. Aún así, la felicidad era plena.

Dondequiera que ella estaba, allí era el Edén
(Diario de Adán y Eva)

lunes, 2 de marzo de 2015

Que se joda Piura, yo me vuelvo a Morropón

La primera vez que fui a Morropón tenía seis años. Fuimos un domingo de paseo familiar. Recuerdo muy bien que al llegar me llamó la atención que había mucha gente huaqueando, era la primera (y única) vez que lo veía. Mi tío César me regaló una calavera que aún conservaba la dentadura y cuyo cráneo estaba tan deteriorado que se descascaraba, sabe dios a quién habría pertenecido. Obviamente mis padres no me dejaron conservarla, al regresar a Piura me la quitaron.

Después de ese fin de semana pasé con mi hermano Joel  tres veranos seguidos en Morropón. Hice nuevos amigos, conocí mucha gente. Recuerdo a Coco trepándose en árboles altísimos con los pies atados, para mí era toda una proeza, yo jamás me había subido a uno. También estaban William y Marco, de quienes admiraba su destreza para domar y montar un caballo (yo hasta ahora temo subirme a uno). Cogíamos la fruta directamente de los árboles mientras íbamos caminando a la chacra del tío Danilo, en la cual podía jugar por horas. Recuerdo la acequia a la entrada de Morropón, en la que nos bañábamos cada vez que podíamos. El río Capones, al que llegábamos caminando largo rato después de recorrer un camino custodiado por árboles de ciruela. Y los gallos, pollos, patos, vacas y todo animal de granja a los que no dejaba de perseguir.

Era niño. El calor, los mosquitos y el cansancio no me afectaban. Yo estaba perdido en el paraíso. Y fue mío por tres veranos.

Yo en uno de los tantos veranos por allá.

Pasó el tiempo, crecí, y ya no tuve la oportunidad de volver a Morropón, claro que lo extrañaba, pero por uno u otro motivo esa tierra pasó a ser lejana para mí.

Fue en el año 2001 que volví con mis amigos de la universidad a filmar nuestro primer documental. No tuve la oportunidad de recorrer los lugares a los que solía ir de niño, ni visitar a los viejos amigos que la vida me presentó en mi infancia.

Esta vez conocí otros sitios cercanos a Morropón, como Piedra del Toro o el cerro La Cruz. Pasamos la noche en casa de la abuela de mi compañero Javicho. Nos llenó de atenciones, nunca en mi vida he vuelto a comer un desayuno así de vasto como el que me invitó aquella dulce señora.

Ya para el regreso pasamos por Carrasquillo a visitar a la abuela de mi compañero Julio. Hasta hoy la recordamos por la energía y fiereza con las que nos trataba. Aun así, nos regaló un cargamento entero de plátanos, que sufrimos para poder llevarlos desde la chacra hasta donde habíamos dejado la camioneta (el aguilita). Por cosas del destino, de ése viaje, sólo conservo estas fotos:

Detalle del cerro La Cruz

Piedra del Toro, foto rochosa

Eso fue en el 2001. Volvió a pasar el tiempo y Morropón pasó otra vez a ser desconocido para mí.
No fue hasta este verano (2015) que tuve la oportunidad de ir otra vez. Y aquí es donde realmente comienza mi relato (sí, todo lo anterior era sólo una introducción).

Fui invitado casi a última hora a la fiesta de cumpleaños de mi sobrino. No lo pensé dos veces, cogí mi mochila, mi sombrerito negro, mis lentes de Lennon y abordé el primer bus con destino a Morropón. Gracias a la ayuda del señor que se sentó a mi costado no me bajé un pueblo antes, eran ya las 7 de la noche y no sabía por dónde íbamos. Al bajar por fin, caminé un poco, respirando ese olor característico de los pueblos que aún no sufren las inclemencias del smoke. Sentí cómo el calor me recibía con una ternura que ningún pueblo me ha dado al llegar. Y allí estaba, la casa del tío Danilo. Me recibieron efusivamente, como cuando tenía seis años. Y nos sentamos a conversar al frente de la casa, con la tranquilidad de estar en el sofá de mi sala. Me reencontré con las viejas amistades de cuando niño.

La casa y las banquitas :)

Esa noche la aproveché lo más que pude. Paseamos en bicicleta, caminamos por las calles y aunque no pudimos ir a bailar (ése era el plan original) recorrimos a pie la ciudad buscando una hamburguesa  o un pollo a la brasa, y aunque la búsqueda fue inútil, mi prima Ana Claudia, Liz y yo conversamos hasta muy tarde sobre amores perdidos, recuerdos olvidados, trabajos mal pagados y fiestas infantiles. Intentando sarcásticamente aconsejarnos entre nosotros.

A la mañana siguiente me esperaba un buen desayuno, ayudar a hacer limpieza e inflar globos para la fiesta. No hubo cosa que no disfrutara hacer. A las once de la mañana Dalma y yo cogimos las bicicletas y fuimos a recorrer la carretera. Cada vez más, y más, y más lejos. Pasamos la Huaquilla y si no fuera por un bus que nos heló la sangre al pasar a nuestro lado en el puente, hubiéramos llegado a Carrasquillo. Así que dimos media vuelta, y a casa.

Hasta aquí llegamos en bici

El regreso lo hicimos despacio, haciendo paradas ocasionales para protegernos del sol, y también paradas forzadas para chocar con algún enorme cartel que alguien dejó imprudentemente a mitad del camino y que era visible desde cientos de metros atrás (¿verdad Dalma?).

Después de una buena ducha y un almuerzo reponedor, nos fuimos en mototaxi hasta la chacra del tío Danilo. Le dimos de comer a los cerdos e intenté inútilmente atrapar un pollo y acariciar un ternero. Pero algo había cambiado. La chacra no era como yo la recordaba. Ahora no tenía casi árboles y me parecía mucho más chica de cuando niño. Aun así me dio mucha ternura y alegría regresar a ese lugar.

Ya para la tarde se dio inicio la fiesta infantil. Yo no me siento muy cómodo con estas celebraciones llenas de payasos y dalinas mal vestidas gritando y forzando a los niños a jugar. Pude ver la misma incomodidad en Dalma así que sin pensarlo tanto nos fuimos otra vez en las bicicletas, esta vez a pasear por el centro de la ciudad, donde luego paramos en la plaza principal para conversar largo rato, tanto que se nos hizo de noche y al regresar, la fiesta (felizmente) ya había acabado, pero yo igual reclamé mis dulces y mi porción de torta.

Esa noche me divertí mucho mirando bailar a los chicos del lugar en plena calle con la mayor desenvoltura y confianza de ser uno mismo, que difícilmente se pueden encontrar en una ciudad como Piura. Obviamente yo no bailé. Todos los que me conocen saben que bailar es mi kriptonita.

Al día siguiente nos levantamos a las 6am, con la intención de coger un bus que nos lleve de regreso a la vida normal y monótona de Piura. Larga fue la espera para poder coger ese bus. Pero al fin, ya sentados en el bus y diciéndole “adiós” a la ciudad, no pude evitar volver la vista y despedirme en secreto de aquel maravilloso lugar, prometiéndome volver en cuanto pueda.

:)

Sé que allí estaría tranquilo, es un pueblo donde puedes caminar por las calles y saludar a todos aunque no te conozcan. Puedes coger una bicicleta y recorrer tantos kilómetros que querrás parar a medio camino para alimentar con ciruelas unas cuantas vacas mientras reposas. Puedes ir al centro de la ciudad, regalarle una flor a alguien y conversar por horas sin que te importe si es de día o de noche. Puedes escuchar todos los mitos y leyendas urbanas sobre duendes, brujas, demonios y mejor aún, llegar a creértelos. Es un lugar donde los desayunos y almuerzos son tan generosos como las personas que te los ofrecen. Allí hallarás gente dispuestas a escucharte y ayudarte, con el corazón lleno de miel de abeja.

Morropón, donde el calor es tan fuerte, pero no te importará porque tienes el río a tu disposición y éste sabrá refrescarte y despertarte para seguir caminando. Un lugar donde difícilmente la sonrisa se borra de tu rostro. A menos que claro, estés tan acostumbrado a la ciudad y sus comodidades que no seas capaz de ver más allá de lo evidente.

Este lugar lo tiene todo para que puedas reencontrarte contigo mismo, y eso, en estos tiempos, es más que necesario. Así que sin más, que se joda Piura, yo me vuelvo a Morropón. 

Plaza de Armas