Asuka me mira sin parpadear, ella sabe que esta noche ya no vendrán ánimas a jugar. Maúlla, me sigue, se acuesta a mi lado. El espacio se encoge como si las leyes de la física bailaran a su gusto.
Asuka ronronea, bosteza y me mira otra vez. Sus ojos me llevan a viajes astrales, donde sólo el alma sabe llegar, donde la razón se queda en el sofá. Y cabalgo en cielos multicolores sobre una Asuka alada y gigantesca.
Asuka se cae, reacciona, se despierta, y su sueño acaba con el mío. Aún es de madrugada, no quedan grillos por perseguir, no hay nadie al lado para rasguñar, no hay insectos voladores que sepan a galletas, no hay aromas de atún de madrugada.
Asuka me mira, se calla, me otorga su paz, se enreda en mis piernas y maúlla: “I need the darkness, some one please cut the ligths”. La Luna responde, se oculta, se esconde al pasar.
Mi gata respira, me muerde, me mira sin parpadear.
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