martes, 24 de febrero de 2015

Eternamente joven

Me gusta Hora de Aventura, puedo decirlo sin temor ni vergüenza. No paro de reír con las ocurrencias de Finn y Jake. No es algo muy común en alguien de mi edad. Los “chicos” que son mis contemporáneos suelen ver noticias, Anatomía de Gray, Combate (en compañía de sus hijos), telenovelas (también con los hijos)  o películas dramáticas de serie B.

Finn el humano y Jake el perro mágico


No puedo evitarlo, desde niño me aficioné a los cartoons. Dibujos como Thundercats, Transformers, GI Joe, El rey Arturo, Capitán Futuro, Los Caballeros del Zodiaco y un gran etc. marcaron mi infancia. Ya de adolescente me enganché con Under Dog (no me miren mal), Evangelion, Las Guerreras mágicas, y todo lo existente en Cartoon Network y Locomotion.

Mi gusto por los cartoons no paró nunca, por eso ahora de “grande” es inevitable que me sigan gustando los dibujos animados, al punto que no puedo esperar a que mi hijo crezca un poco más y poder enseñarle todo esto, para que disfrute y aprenda. Sí, que aprenda, en los 80s la mayoría de dibujos animados tenían un mensaje de fondo. 

No es sólo el tema de los dibujos animados, también están los videojuegos, si me dan un mando y una consola podría pasarme horas y horas tratando de pasar niveles y terminar un juego. No puedo evitarlo, mi primera consola fue un Atari y desde allí me hice hincha acérrimo de los videojuegos. La mayoría de la gente de mi edad o más adultos prefieren ver este hobbie como una total pérdida de tiempo, yo no lo veo así, yo estoy viviendo una aventura y además afinando mis reflejos.

Soy fanático de Star Wars desde que tengo uso de razón. En la sala de mi casa un poster enorme con los personajes de la película adorna la estancia. Y como dije antes, no veo la hora que mi hijo mejore su comprensión para poder enseñarle estas películas y ver su asombro cuando descubra que Darth Vader es el padre de Luke.



Si voy de compras me aburro, prefiero ir a la sección juguetes y deleitarme probando el funcionamiento de algunos robots y alucinando con los nuevos Legos que a veces parecen imposibles de armar.

Prefiero leer cómics en vez de novelas, a menos que sean de ciencia ficción o fantasía, como Zen Zergak o La Historia sin fin. La gente de mi edad lee a Vargas Llosa, García Márquez y otros autores de renombre, o simplemente no leen. Yo disfruto con una buena novela gráfica, hace poco descubrí Watchmen y me quedé alucinado con la historia.

Muchas veces he escuchado una palabra: Inmaduro. Yo creo que no, yo creo que estoy disfrutando de todo aquello que me trae buenos recuerdos y me hace sentir bien. Son cosas que incluso disfruto compartir. Porque al final, no soy un mal ejemplo. Y aunque lleve una filosofía de vida un poco Hakunna Mattata no le estoy haciendo daño a nadie.

 “Síndrome de Peter Pan” era lo que padecía me dijo una vez alguien cercano, sólo por disfrutar y emocionarme con cosas que según los cánones sociales ya debí dejar hace mucho. Y como mi amigo Gabriel me bromea diciéndome siempre “eternamente joven” puedo asegurar que sí, lo soy, así me siento, al menos mientras el cuerpo me soporte y tenga un hijo a quien hacer reír y sonreír.

Directo al País de Nunca Jamás


Tal vez la suma de todas esas experiencias me han dado mucha imaginación y han despertado mi creatividad, tal vez por eso ahora soy escritor. Tal vez por eso es que imagino tantas cosas que me encanta llevar al papel.

Y no pienso dejarlas, no por ahora. No mientras tenga un hijo con el cual poder disfrutar de todo lo bueno de estas “cosas de adolescente”. No mientras pueda mostrarle las enseñanzas Jedi, los secretos de la Espada del Augurio, las maneras de calmar a un demonio de Tazmania, las formas de reponerse a la Kriptonita y miles de cosas más que, si yo no las viviera de seguro hace mucho que no sonreiría.

:)


Y ahora me disculpan, ya empieza Hora de Aventuras.



3 comentarios:

Josué Aguirre dijo...

Yo creo que un hijo necesita lo mejor de los dos mundos. Indudablemente, es alucinante que tu padre comparta los mismos gustos que tú y que disfruten las cosas en cada etapa. Pero él también necesitará a un adulto que le sepa enseñar cosas como la tabla del 7, leer, amarrarse la corbata o cómo clavar un clavo sin golpearse los dedos. Yo que me crié prácticamente sin padre, puedo decir que de dibujos animados aprendí mucho de mis compañeritos. Pero eché mucho en falta la presencia de un adulto que me llevara a hacer cosas típicas de padres e hijos (o que me converse de ellas).

Jonatan Melquiades dijo...

Obviamente las enseñanzas de adulto las doy por incluidas. A lo que yo hago énfasis en el post es que disfrutaré mucho cuando toque enseñarle las cosas divertidas.

Gabriel Ch. García dijo...

Excepto cuando te vuelves emo y envejeces. Por lo demás eres eternamente joven como don Hoyos. Espero e imploro que logres inculcarle a Ignacio todos aquellos gustos, porque ya lo veo escuchando Prince Royce y espero que no termine viendo combate jaja. :D