sábado, 2 de enero de 2016

Dormir escuchando a David Bowie

Escucha amor, yo que en todos estos años he sido tantas personas, las cuales por cierto terminaron odiándome y suicidándose. Yo que he vivido en tantos lugares y mundos de los que tarde o temprano terminé huyendo.

Escucha amor, yo que he compartido mi  vida tantas veces y mi muerte muchas otras más. Yo que he destrozado mi corazón para poder regalar un trozo a cada vagabundo que se cruzó en mi camino. Yo que desgarré mi alma para poder sobrevivir.

Amor, yo que ahora abrazo la soledad con vehemencia para no caer en algún círculo del Infierno. Aquí, al lado del abismo, sólo puedo pedir que seas real.

Y me pregunto amor. ¿Alguna vez sentiste algo así? O es que prefieres cerrar los ojos y llorar en la oscuridad, para así brillar en las calles.

Me pregunto amor si al final encontraste besos que te devuelvan a la vida, risas que te salven del abismo. O tal vez, como yo, sigues muriendo un poco cada vez que recuestas tu cabeza en la almohada que te lleva a mundos mejores.


Y aquí vienes, callada, alegre y sin maquillaje. Deja que Bowie siga velando mi sueño. Tira toda la ropa sucia de la cama. No tienes amor más que disimular el dolor, hazlo uno contigo, lo mismo hice yo y te puedo enseñar. No nos queda mucho, no es necesario vender mi alma, con gusto la regalaría otra vez a las tinieblas con tal de verte sonreír.

Escucha querida. ¿Estás tan loca como estos pensamientos que te dan vida? Déjame soñarte, la realidad es una perra y ambos lo sabemos.  Así que calla de una vez, cierra los ojos, mátame a besos y ya no me dejes despertar.


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