viernes, 30 de agosto de 2024

¡He liberado el blog!

La era oscura de brumas venenosas en la que vivía el blog hasta hoy

Reporto que hoy, 30 de agosto de 2024, a las 8:30am, en una jornada histórica liberé a Blog de a cuatro de las tinieblas y el dominio del mal impuesto por Jonatan. No ha sido fácil, tuve que batallar 5 minutos contra un diseño mortuorio que sometía a la página como una enfermedad. Pero al final, aplicando todos mis conocimientos de pirata informático, de la época en la que hackeé Facebook, la oscuridad dio paso a la luz. Sí, este es el inicio de una nueva era, damas y caballeros... ¡Se acabó la edad oscura de brumas púrpuras y venenosas! ¡Hoy sale el sol invicto! ¡Viva la libertad, carajo!

lunes, 26 de agosto de 2024

Yo antes era astrólogo

No creo en el ocultismo, en la adivinación, en la magia y otras supercherías. Creo que todo tiene que ver con El Efecto Forer, que es un fenómeno psicológico que consiste en dar mucha credibilidad a ciertas descripciones de la personalidad cuando son lo suficientemente vagas. Sin embargo, al margen de mi escepticismo, ha habido momentos en los que por un azar del destino me he visto relacionado con el esoterismo de la manera más insospechada. Así que hoy quiero contar 3 anécdotas relacionadas con las artes oscuras.

Anécdota 1

Hubo una época en la que Angel, yo y otro amigo iniciamos una agencia de marketing pensada en la pequeña empresa. Eran tiempos en los que recién terminábamos la universidad y aún le tenía algo de fe a mis estudios. En fin, teníamos trabajitos pequeños; tomábamos fotos en matrimonios, diseñábamos trípticos… pero queríamos llegar a más. Así que decidimos sacar un periódico gratuito al que llamamos “La cafetera”. La estrategia era la siguiente: vendíamos publicidad a precios muy económicos (lo equivalente a un menú), con la venta de espacios cubríamos la edición y quienes ponían su anuncio eventualmente nos llamarían para otra cosa.

Diseño de portada de "La cafetera"

“La Cafetera” la repartimos semanalmente en restaurantes, cafés y en los negocios que contrataban anuncios. Por lo general el contenido del periódico era noticias curiosas, chistes y amenidades. Sin embargo una vez se nos ocurrió incluir un horóscopo al que irónicamente llamamos “Mentiróscopo”. Para el segmento Angel me tomó unas fotos fungiendo como brujo con una bola de cristal. La idea era que fuera abiertamente humorístico. Así que por lo general me inventaba predicciones muy descabelladas, por ejemplo: “Acuario, hoy es tu día de suerte, encontrarás ofertas de 2x1, solo evita ir al dentista no vaya a ser que te saquen dos dientes por el precio de uno”. Incluso hubo una edición que me gustó mucho porque conectaba todos los signos en una historia. Era algo así como: “Aries, Géminis te está deseando mal”. Luego ibas a ver Géminis y decía: Tauro te debe plata…” y así ibas de signo en signo.

El glorioso "mentiróscopo"

En realidad la idea surgió de otra anécdota. Años atrás, cuando hacía mis prácticas en el diario más importante de Piura, pregunté por la sección de horóscopos. Estaba interesado en saber quién era el astrólogo que hacía los vaticinios (ingenuamente imaginaba a un tipo como Walter Mercado en la sala de redacción). Pero me dijeron que no los escribía nadie, que bajaban todo de internet. Entonces yo volvía a preguntar: “¿Pero la gente no se va a dar cuenta que están copiando y pegando?” Me contestaron: “no se van a dar cuenta porque los que publicamos son del año pasado”. O sea que, en resumidas cuentas, aquel periódico se reía de sus lectores. Por lo menos en “La cafetera” nos reíamos con ellos.

¿Y qué pasó con “La cafetera”? Bueno, luego, como con toda buena idea, ésta fue copiada por otra empresa y al final dejó de existir.

Anécdota 2

Años más tarde, en 2016 me encontraba trabajando en una productora de televisión. Entré como editor de un programa diario, pero luego, como el gerente se enteró que yo tenía un canal de YouTube, se le ocurrió que podía crear contenido en internet y me propuso ayudarle con algunos proyectos. Uno de aquellos era hacer un canal de YouTube con una señora que hacía rituales y hechizos.

Trabajé con ella dándole algunos consejos, editándole sus videos, publicando su contenido, etc. La cuestión es que dado su éxito (fue el segundo proyecto con mayor acogida) el gerente de la productora me pidió que le haga una página de Facebook. Sin embargo, había un problema: una página de facebook debe tener contenido diario y la comunicación con la señora de la magia era muy limitada. No quería fastidiarla todos los días preguntando por algo que poner allí. Tampoco quería robar el trabajo de otro. Entonces, para salir del paso, se me ocurrió a mí hacer hechizos fake: “Si necesitas inspiración, quema la punta de un lápiz y mételo en el cajón de tu escritorio”. “Si quieres alejar malas vibras en tu casa, hierve rosas en una olla y lleva el vapor por todas las habitaciones”. Joder… mis “rituales” se viralizaron como fake news.

La señora de la magia nunca me preguntó de dónde me había sacado esos “rituales”, lo cual me hizo sospechar en primera instancia que no sabía de su página en Facebook. Sin embargo, mi percepción cambió un día que llegó a edición un nuevo paquete de videos. Entre ellos veo lo de la señora y compruebo con humor que había tomado mis rituales inventados y los hacía suyos.

Anécdota 3

El famoso Volkswagen

2019. Era una noche de invierno y regresaba a Piura con Jonatan. Habíamos estado visitando a Angel en Sullana. Jonatan por aquel entonces tenía un viejo Volkswagen escarabajo, que muy simpático y todo, pero quienes lo hemos gozado sabemos que es un auto lento, poco cómodo y cuando hace calor se convierte en el toro de Fálaris.

Resulta que a Jonatan le dio hambre y vio al lado de la carretera a una mujer que vendía sándwiches. Yo no quería nada. Me daba desconfianza. Prefería llegar rápido a Piura. Pero Jonatan se detuvo y llamó a la mujer que tenía un velo y un look extraño. La señora se acercó al carro y nos mostró la canasta. Y después no sé qué pasó, pero Jonatan empezó a toquetear todos los panes y al fin dijo que no, que ya no quería nada y arrancó. La verdad es que Jonatan se portó mal con la señora, que comprensiblemente se enojó.

Ahora, como aquel Volkswagen era un carro lo suficientemente lento, mientras se alejaba pude escuchar con claridad que la mujer nos gritaba algo en una lengua desconocida. “Oye, Jon, parece que esa señora nos ha lanzado una maldición gitana”, advertí. Jonatan no me daba crédito. Sin embargo, luego ocurrió una serie de eventos terriblemente catastróficos: una pandemia global, una crisis económica, un terremoto y luego un fenómeno del niño, todo entre 2020 y 2022. Tras nuestro reencuentro la conclusión era clara: Debimos comprar esos sándwiches.

martes, 6 de agosto de 2024

Tú siempre haciendo problemas

Hace poco mis excompañeros del colegio me agregaron a un grupo de Whatssap para coordinar nuestras bodas de plata. Al entrar a la conversación (contrario a lo que pensé) percibí un ambiente de alegría colectiva. La gente mandaba audios, saludaba, hacía bromas y, en el colmo de lo imprevisible, hubo quien tomó asistencia, como si estuviésemos en el salón de clase, hace 25 años.

Fue una noche muy agradable, a decir verdad. Me distraía un rato y luego veía que tenía 60 mensajes perdidos o que algún excompañero me escribía por privado: “¿Qué tal Josué cómo andas?”, “¿Qué es de tu vida?”, “¿te acuerdas de fulanito?”, “¿Cómo se apellidaba?”, “¿mengano terminó con nosotros o se fue antes?”, “¿Quién es el que está en esta foto?”

Pero, así como decía mi mamá “después de la risa llega el llanto”, la alegría acabó por dar paso a una discusión totalmente absurda, casi por mi culpa.

Resulta que un excompañero se mandó con un discurso a todas luces huachafo que incluía una serie de bendiciones católicas, repartidas en decenas de mensajes de voz. Imagino que el asunto resultó denso y que nadie escuchó detenidamente sus audios; pues, entre una cosa y otra, este excompañero daba por hecho que íbamos a hacer una serie de actividades (dígase parrilladas u otros eventos que implican imprácticas gestiones). Yo me atreví a decirle que no estaba de acuerdo. Advertí que “en mi caso”, prefería directamente hacer un pago y evitar molestias. Fui muy amable en decírselo. Es más, copio mensaje para dejar constancia:




Sin embargo, bastó eso para que se armen dos bandos irreconciliables: por un lado, quienes sí querían organizar eventos y con ello fomentar el compañerismo; y por el otro, quienes preferíamos hacer un depósito único (o en cuotas) y así evitar cobranzas, “desaparición” de fondos y cualquier otra situación negativa que, por desgracia, ya vivimos en el pasado.

La discusión escaló a instancias en las que preferí no intervenir. Me quedé apenas contemplando cómo se materializaba aquello que decía el Joker de Ledger: “introduce un poco de anarquía, altera el orden establecido y todo se volverá caos”. 

De pronto, una excompañera con más autoridad moral que yo puso freno y sugirió que el sábado hagamos una reunión virtual por zoom para decidir si hacíamos “actividades” o pagábamos una cuota. Como a mí me pareció un exceso opiné que era innecesario, que para votar podíamos hacerlo en ese momento. Pero… además tuve la mala fortuna de añadir: “por último, no creo que podamos reunirnos en zoom 30 personas a la vez”. Mi comentario debe haber caído muy mal, porque alguien desde un número no registrado me respondió: “Ay Josué, tú siempre haciendo problemas”.

La cuestión es que con todo y todo, el sábado me senté frente a la compu, esperando que la gente se conecte, que nos envíen el link del zoom, que se manifiesten… Sin embargo, pasó una hora y nadie dijo ni pío. Entonces pregunté al grupo: “¿Va a haber reunión?” De pronto, alguien me secundó: “¡Cierto!, ¿Qué fue del link?”. Pero no hubo más; ni reunión, ni acuerdo, ni bodas de plata.