lunes, 31 de agosto de 2015

Verónika en Lima

Verónika desea morir, pero no se atreve a hacerlo por su propia mano, ella busca en secreto alguien que tenga el valor de arrancarle su cansada vida.

Sus conocidos la ignoran cuando les habla de su deseo, la toman por loca o como una bromista, por eso le cuenta este secreto a personas extrañas, ésas que apenas conoce, ésas que se cruzan en su camino y no se sabe si volverá a verlas o no.

Verónika se cansa de buscar, pero, aunque su deseo es grande no llega a comprender ni siquiera ella misma porqué es que ha decidido terminar con su existencia. Tal vez sea esa ciudad. Esa ciudad llena de tristeza.

Para ella, Lima es un cascarón vacío, un lugar lleno de miseria. Una ciudad que aborrece su alegría, donde la melancolía y la contaminación se mezclan en el rostro de Verónika.




No hay fines de semana alegres en la capital, no hay paseos en bicicleta, artistas en la calle, noches de fiesta, calles empedradas o parques con gatos, ni siquiera animes que la consuelen. No, para Verónika todo está muerto. Sobre todo Dios, él fue el primero en suicidarse en esta ciudad, ya talvez por su culpa todo se fue a la mierda. Si algún dios aún se atreviera a respirar en esta ciudad, Verónika se encargaría personalmente de arrebatarle la vida, y luego talvez, tenga el valor de hacerlo para sí misma.

Esta ciudad ya no le puede ofrecer nada, pero por algún motivo, cada vez que intenta huir, termina regresando a este poblado tan lleno de grises y aborrecibles atardeceres.




Verónika sigue buscando, en las calles solitarias, en los puentes abandonados, entre gatos solitarios, entre noches sin estrellas, entre cementerios antiguos y entre almas desconocidas, una mano que apriete su cuello, que hunda los dedos en sus delicados ojos, que corte su fina garganta y que apague en un suspiro (o maullido) de una vez por todas con su existencia en esta ciudad.


Ten fe Verónika, espérame, ya voy rumbo a Lima. 


viernes, 28 de agosto de 2015

Mi lista de muerte





- Cargarte en la espalda por la calle lo más que pueda caminar... hasta que me falte el aliento.


- Que caminemos descalzos por el 4to puente.


- Que almorcemos en tu casa y cenemos en la mía.


- Que hagamos una maratón de las películas que te gustan.


- Que me acompañes al cementerio a ver a mi abuelo.



- Que me lleves a misa.


- Que durmamos juntos sin presión ni estar viendo el celular.


- Que nos vayamos a donde sea al menos un par de días.


- Que pienses en mi todo el día


- Hacer una competencia de quién puede comer más.


- Correr de la mano por todo el centro comercial.


- Tomarnos muchas fotos juntos


- Que me hagas parte de tu vida.


- Que nos bañemos juntos.


- Tomar una combi... (la que sea) e irnos hasta el último paradero.


- Cocinar juntos... aunque sea una pizza pre calentada.


- Que vayamos a la playa los dos solos.


- Que hagamos el amor con las luces encendidas y sin sábanas.


- Que nos pintemos como los KISS.


- Quiero enseñarte a manejar bicicleta.


- Quiero hacer un video contigo.


- Sea donde sea... chifa, pollería, calle, cine, cama o casa... tener una guerra de comida.


- Hacerte una sesión de fotos.


- Que te olvides de esta lista.

lunes, 17 de agosto de 2015

Ecos de madrugada


En esta intensa madrugada azul


un eco se posó en mi balcón


y lentamente fue atravesando


las persianas levantadas por el terror a la soledad.





El eco se posó a mi costado


justo donde una huella queda en la almohada.





El mismo eco se transformó en susurro


y Asuka sintió esa calidez.





Y pudo volver a soñar


con una laguna en el parque


y con insectos voladores que saben a galletas.




domingo, 16 de agosto de 2015

Disfrutando de las cosas que odio

El cine es una de mis actividades favoritas. Me encanta ir a ver una película acompañado por alguien, supongo que disfruto compartiendo con otra persona algo que a mí me gusta. Me pasa igual con la música o con los libros, cuando algo me gusta mucho intento compartirlo porque creo que la otra persona también lo disfrutará (aunque no siempre es así).

Como buen ahorrador, mis días favoritos de cine son de lunes a miércoles. A parte de los precios bajos, va menos gente. Y dependiendo de la película, menos niños gritones en la sala del cine.

Siempre consideré que ir al cine solo, sin nadie, sería muy triste y hasta patético. Cuando veía a alguien que se sentaba solo en las butacas intentaba imaginar por qué esa persona no estaba acompañada, tal vez su pareja lo había dejado, o nunca tuvo hijos, hizo algo terrible y sus amigos dejaron de hablarle, o talvez mató y se comió a toda su familia. En fin, mi mente volaba tratando de imaginar una y mil situaciones del porqué de la soledad de esa persona.



Otra de las cosas que disfrutaba mucho era salir a comer con alguien, sobre todo los fines de semana, cuando en casa a veces no provoca cocinar y uno prefiere darse un gustito y salir a almorzar o cenar en compañía de alguien, porque aparte de disfrutar de la comida, disfrutas de una buena conversación.

Al igual que con el cine, consideraba que las personas que van solas a un restaurant deben estar pasando por un momento tan malo, que nadie es capaz si quiera de dignarse a acompañarlos a la mesa. ¿En serio? ¿Ni un solo conocido? Pensaba yo.

Nunca creí que yo sería capaz de ir al cine o salir a comer sin compañía. Me juraba que teniendo amigos y sobre todo una pareja, aquellas dos actividades las seguiría siempre disfrutando como me han gustado: con alguien más.

Bueno, hace ya un tiempo que por cosas del universo empecé a salir solo. Perdí personas cercanas, amistades, amores, gente. Me tocó ir al cine solo por primera vez. Lo odié. Me sentí tan mal que no pude disfrutar en su totalidad de la peli.

La primera vez duele, pero después te acostumbras. Y así fue. Poco a poco mis salidas al cine, y los domingos a comer a cualquier lado fueron tomando un matiz diferente. Descubriendo por ejemplo, que si estoy en el cine sin compañía, puedo apreciar la peli sin distracciones, sin la tensión de saber si la persona que está al lado la está pasando tan bien como yo. Y que comiendo solo, puedo tardarme el tiempo que quiera, sin comer apurado porque mi acompañante tiene algo que hacer. Y así, pequeños detalles que fueron haciendo que muy contrariamente a lo que estaba acostumbrado, la soledad al final, era una buena acompañante.




Ahora prefiero ir al cine solo, ya no lo odio, lo disfruto. Eso y salir a comer por ahí. Dar unas vueltas caminando por un centro comercial, imaginando cómo todos arden a mi alrededor, imaginando cómo van cayendo todos entre aromas de carne chamuscada y gritos de auxilio. Qué puedo hacer. La soledad me vuelve más tierno.


lunes, 10 de agosto de 2015

Escuchando Tunnels, hace mucho

El cielo se endurece

y la luna cansada huye a cobijarse,

las nubes se empiezan a apartar

y van bajando esos pequeños guerreros

vestidos en un frío y blanco traje.


Asuka se asoma a la ventana

y las melodías de la nieve empiezan a sonar

mientras la tristeza nos golpea el corazón,

es la primera nevada cayendo

y no hay nadie con quien compartir esta gélida canción.






Y perdidas las miradas entre las calles frías

como centinelas en el balcón

Asuka se acerca más a mi lado.


Lágrimas y copos van cayendo en armonía

mientras se desvanecen poco a poco los horarios,

sus maullidos intentan decir tu nombre

y no entiende que no estás aquí,

ni que a pesar del tiempo (nuestro adversario)

nos rendiremos ante la soledad

y si la nieve cubre mi vecindario

cavaré un tunel sólo hasta la mitad

que vaya desde mi ventana hacia tu barrio

para encontrarnos al medio de la ciudad.