domingo, 31 de mayo de 2015

Hombre Lobo en Piura

Hay un hombre lobo en Piura. Lo he visto caminando de noche, deambulando un poco perdido por la ciudad. Suele llevar ropa negra, zapatillas rojas, cabello largo y una mirada melancólica. Prefiere los lunes por la madrugada para salir a las calles intentando buscar en la mirada de rostros desconocidos, los ojos de ella, esos ojos de Luna Llena de la muchacha piel de nieve, esos ojos que han transformado en lobo, a aquel solitario hombre ahogado por el insomnio. 

Su andar es lento y cansado, sus pasos tristes como la noche. Puede que lleve un libro bajo el brazo, o un morral cargado de apuntes y notas que se llenan de letras cuando reposa en alguna banca o parada de autobús.

Y alguna vez, cuando no hay nadie alrededor, no puede evitar aullar. Es una mezcla de rugido y llanto. Allí empieza su transformación, cambia de piel, su humanidad se desvanece y da paso a una bestia cargada de emociones y sentimientos que no se puede contener. Y así convertido en lobo corre bajo la luna llena atravesando la ciudad, esa luna que le recuerda los ojos de ella.



Y llega hasta su portal, y aúlla con todas sus fuerzas agazapado entre las sombras de los arbustos. Sólo los gatos callejeros corresponden ese aullido. Pero ella nunca, jamás, se asoma por la ventana. Los aullidos son transportados por el viento, que los aleja cada vez más y los termina perdiendo entre callejones llenos de animales abandonados. 

Es inútil, ella no saldrá jamás a mirarlo. Puede que lo escuche gritar o aullar pero prefiere seguir encerrada en su habitación. El hombre lobo la espera hasta que los primeros rayos del sol van tocando su piel, y devolviéndole otra vez su humanidad, para seguir sobreviviendo en esta ciudad.

Lo digo yo, que lo he visto.



Anoche salí a caminar y me topé con unas vidrieras grandes en la calle. Miré el reflejo, y allí estaba el hombre lobo, mirándome fijamente a los ojos a través del espejo, esperando la inminente transformación, para otra vez correr a su portal.

viernes, 29 de mayo de 2015

Me cansé de ser hombre (Artículo motivador)

Sucede que me canso de ser hombre. Me canso de los rostros desconocidos, de la multitud embutida en los centros comerciales, de los niños uniformados saliendo de los colegios. He llegado a imaginar ver a toda esa gente corriendo desesperada mientras sus cabezas arden en fuego. Se lo comentaba a alguien, sería divertido le dije.

Me canso de ser hombre en una ciudad que me aborrece. Una ciudad que desprecia lo que hago, lo que escribo, lo que siento, lo que amo, a quien amo. Una ciudad que se mea de risa cada vez que entrego el corazón sin esperar nada a cambio. Una ciudad que empolva con su insufrible arena todos mis recuerdos, mis anhelos y sentimientos.



Me cansa ser hombre cuando los amigos ignoran mi verdad, cuando nadie me pregunta cómo estoy. Cuando incluso sabiéndolo, nadie es capaz de hablar con sinceridad y mirándote a los ojos.

Sucede que me canso de ser hombre cuando no hay más humanidad que rescatar, cuando deambulo por las calles sucias y violentas y caigo  en  cuenta que más humanidad tienen los perros callejeros, que los idiotas que los maltratan.

Me canso de ser hombre en una red social donde la vanidad y estupidez reinan por doquier. Donde se compite por popularidad intentando ganar seguidores a cambio de retraso mental, fotos de comida y cientos de fotos de tu puta cara. Donde me das un “me gusta” pero no eres capaz de leer de qué se trata.

Me cansa ser hombre en una ciudad que te escupe, que te saca la vuelta, que ensucia las veredas, que pone trabas para salir adelante, que intenta robarte, que busca excusas para no cumplir sus labores, que es impuntual, que está ahogada por la corrupción y delincuencia.

Sucede que me canso de ser hombre aquí y ahora. Esta ciudad se llevó mi humanidad, ahogó mis sonrisas  y destrozó mi corazón. Y yo se lo di todo. Su calor y su radiante sol quemaron lo poco que quedaba de mí. Me cansé de ser hombre. No me lo critiquen.




Pero terco yo, o tal vez masoquista, prefiero seguir “mirando las ruedas girar”, buscando excusas para seguir ahogándome en el polvo y la tierra de las calles. Buscando tal vez sanar un  corazón que se resigna a morir de asco y soledad.

jueves, 28 de mayo de 2015

Escribo que escribo...





"Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo".

Salvador Elizondo. El Grafógrafo.


Revisando ayer el blog me di con la sorpresa de que el enlace a las entradas de mi supuesta autoría llevaba a la imagen que encabeza este post. El infame meme del hombre araña sesentero sentado en su escritorio, masturbándose, like a boss.

Lo vi y reí por buen rato. Luego reflexioné. Luego reí nuevamente. Y así.

Y sí, ya mucha vuelta he dado entre que escribo y no, entre que borro borradores y empiezo nuevos posts que dejo en blanco. Así, el meme de spiderman ha terminado siendo la excusa perfecta para animarme por fin a redactar lo que sea y limpiar la imagen mental que deben tener de mí mis compañeros de blog. Agradezco por tanto al gracioso que anda metiendo mano en la plantilla y lo invito a redireccionar el enlace a la etiqueta adecuada. La imagen de todas maneras ya ha quedado sintetizada en estas letras.

Los señores de la camisa mostaza


Por estos lares cada vez está más en boga decir este asunto no es mío para liberarse de  toda responsabilidad. Así, no es extraño que las acusaciones generen una respuesta que inicia con “no es mi culpa” y continúe con “es culpa de…”. Tampoco es raro que, en un nivel comercial, haya proliferado la aparición de anuncios tales como “cuide su (…), la empresa no se hace responsable de (…)”

Los señores que trabajan en servicios de seguridad no son la excepción. Para nada. Y yo creo que esto se hace patente en los sucesivos cambios de denominación de su chamba.

Típico guachimán peruano.

Veamos:

En un primer momento, estos operarios recibían el nombre de “guardianes”, dado que brindaban servicios de guardianía. Entiéndase: “guardar” es sinónimo de proteger. De modo que, cuando se constituyó la figura de estos agentes de seguridad, se estaba pensando en una suerte de “policía privada”, la cual tendría que resguardar los intereses de la persona o empresa que pudiera costearlos.

Pero como a los de seguridad esto les pareció demasiado arriesgado y no querían hacerse tan responsables por los problemas de sus clientes, de pronto se hicieron llamar “vigilantes”. Entiéndase: el que vigila, el que mira, el que chequea, el que da la voz de alerta. Esto es más  bacán porque así el agente no tiene que enfrentarte al problema. Es decir: él ve que están asaltando a alguien y no se mete. Basta con decir: “cuidado choche, te están bolsiqueando”.

Sin embargo, como aún así enfrentarse a la delincuencia parecía demasiado peligroso, estos señores decidieron ascender un peldaño más en la escalera de la despreocupación y, entonces, hallaron el término perfecto para sus ociosos menesteres: “agentes de prevención”. Entiéndase: personas que previenen. O sea, estos operarios ya ni se enfrentan a la razón de ser de su chamba, ni tampoco corren la voz de alerta. Hacen una cosa mucho más cómoda: Se dedican a joder a sus clientes y a los clientes de sus clientes para que ellos mismos resuelvan los atentados.


De modo que ahora los señores de camisa mostaza ni siquiera se despeinan. Sólo hablan. Hablan un montón. Llaman la atención. Piden refuerzos por radio. “Tenemos un problema”, dicen. ¿Y de qué se trata? Hay un señor que me está reclamando porque en el baño no hay papel higiénico. Díganle que está prohibido reclamar. Que no se puede. Que no son sus funciones.

Lo que a uno le hace pensar si actúan así con la gente común y corriente, es porque ahora los enemigos de los agentes de seguridad no son los agresores, sino las víctimas. Porque resulta que ahora las personas tenemos la culpa de que los delincuentes atenten contra nosotros.

Voy a compartir tres casos reales. Absurdos, sí. Pero 100% verídicos

Primer caso: cuando trabajaba vendiendo autos en Chevrolet teníamos a un agente de prevención que sólo se dedicaba a cumplir las funciones de un soplón. Por ejemplo, si alguna vez llegaba de visita la esposa de un compañero, el de prevención automáticamente le pasaba la voz al jefe de la tienda y, al día siguiente, mi colega tenía una llamada de atención. Si uno salía a media mañana a fumarse un cigarrillo en la calle, el señor de prevención tomaba nota y le comunicaba a gerencia. Era tan jodida la cosa que una vez me cuadré al fulano ése. “Oye, ¿a ti te contratan para que cuides de afuera hacia adentro o de adentro hacia afuera?”, reclamé. Vale decir que a este sujeto lo despidieron al poco tiempo, cuando se descubrió que pasaba todas las noches usando los teléfonos de la oficina para hacer llamadas personales.

Segundo caso: en una expoventa realizada hace algún tiempo en un centro comercial, al señor Melquiades le robaron su celular de última generación. De más está decir que los agentes de prevención no estaban en sus puestos y no brindaron el resguardo necesario. Por el contrario, una vez realizado el crimen, sólo se limitaron a pronunciar su sermón de toda la vida: “es que dejas tus cosas muy expuestas…”. Cuando el señor Melquiades fue a revisar las cámaras de seguridad (esas cosas que la gente cree que son la solución definitiva a la inseguridad ciudadana) se dio cuenta de que justo en el momento del hurto, el aparato estaba girando hacia otro lugar. Parece que estaban chequeando a una flaca.


Tercero: hace unos días me encontraba cargando un bulto en otro centro comercial. Tenía que subir al segundo piso y, como el ascensor estaba apagado, pensé que la mejor opción era usar la escalera mecánica. Cuando me subí en ella, vino una señorita de prevención, gritándome de la manera más escandalosa posible. Quería que baje de inmediato porque estaba prohibido subir con bultos ahí. A mí, con el peso y la escalera en movimiento, no me quedó decirle que sería imposible. Por supuesto, la de prevención, como si estuviera ante su enemigo número uno, procedió a hacer lo que mejor hacen estos señores. Dijo: “Así que hace caso omiso a las órdenes”. Llamó por el radio a alguien y se fue muy disgustada. Tiempo después me entero de que a quien llamaba fue a una trabajadora del centro comercial, para la que en ese momento me encontraba haciendo unos servicios. Lo supe porque aquella era mi amiga y no perdió la oportunidad de manifestar: “me han llamado la atención los señores de prevención porque subiste la escalera mecánica con bultos”. Yo le respondí: “¿Por qué te llamaron la atención a ti, si tú eres la que los ha contratado? Faltaba más: ¡Llámales la atención tú a ellos!”

miércoles, 27 de mayo de 2015

De escritor a titiritero

Recuerdo con claridad que cuando vi publicado mi primer libro, reproducido en cientos de ejemplares empaquetados en varias cajas de cartón, me di cuenta de que estaba realmente jodido. Claro está que, como escritor primerizo, me había alentado tanto la idea de ver mi obra impresa que la culminación de este sueño sólo me llevaba a la pregunta inevitable: ¿Y ahora qué? ¿cómo hago para que me compren todos estos libros?

Aquí firmaba un ejemplar de mi primer libro, en la Peramadura,
un par de noches antes de la presentación de mi libro (circa 2007)
Nótese que, de momento, como cualquier novato, yo pensaba que, una vez publicado el libro, éste se iba a vender como pan caliente; que gentes de todas partes del planeta me buscarían, que las librerías me rogarían por contratos de exclusividad y de pronto, en una llamada transatlántica, se comunicarían conmigo desde Suecia para entregarme el premio Nobel. ¿Qué? ¿Exagero?

Bueno, bueno…. ¿Acaso no es común que un escritor, en su acostumbrado discurso de conferencia nivel escuela secundaria, no se queje de que nadie lo lee? ¿No pasa a cada rato que éstos personajes se autorganicen agasajos y soliciten reconocimientos firmados por todas las municipalidades que conocen? ¿No ocurre a cada rato que algunos de estos –sino varios- se sientan ofendidos por no haber sido incluidos en los programas de la feria que organiza su ciudad?

Que me manden mi Nobel por FEDEX. El escritor ocioso, rumbo
a su presentación en Trujillo, 2007.

Yo sabía que el escritor -sobre todo el de la vieja escuela- solía tener un ego enorme: si por él fuera, que le construyan un altar y le rindan pleitesía. Y detestaba sus poses de no va a mover un dedo por cambiar su situación comodona pero sí poner en marcha toda una maquinaria belicosa para atacar –a menudo por lo bajo- a otros autores que, por algún extraño motivo, empiezan a sonar más que ellos.

Así que, cuando volvía a la pregunta del inicio y la repetía varias veces: noté que había algo malo; o algo que me estaba asemejando a ese modelo de escritor del cual renegaba: ¿Por qué estoy pensando que la gente tiene que venir a comprar mis libros, en lugar de yo ir a venderlos?

De esa manera llegué a la conclusión de que si quería salir del conformismo que aúna a toda esa raza de escritores que creen que el mundo gira alrededor de ellos, debía empezar a practicar otro tipo de oficios que aparentemente no tenían nada que ver con el que sustentaba todo: escribir en la comodidad de mi casa.

Así, la primera chamba que surgió fue la de vendedor. Esto lo expresé en un viejo artículo de mi fenecido blog el verduguillo.

¡Vendo libros! (2008)

Escribir es producir un libro; un bien que debe entrar en un mercado. Éste puede ser buenísimo. Pero si no llega al público será un fracaso. “Hay que empezar a llevar la obra a la gente. Si no lo hago yo, nadie lo hará”, me dije a mí mismo.

Era de esperarse que al sistematizar los procesos de distribución, naciera pronto la idea de ocuparse un poco más de la técnica de las publicaciones; trabajando directamente el diseño editorial para crear un producto más atractivo. De modo que, la segunda chamba conexa al oficio de escritor resultó ser la de editor.

En una presentación de la editorial (2013)

La tercera chamba viene a consecuencia de la anterior: Fundada una editorial, ésta debe encargarse de promocionar los libros de una manera creativa. Así pues, de hacer recitales públicos, pasé a ser narrador de cuentos y hasta actor en el teatro ambulante de “Historias del jañape”. Y, de ese modo, así llego hasta el día de hoy, en el que me dedico a personificar los personajes de “Emilio y El gato” en una función de títeres con la que tratamos de dar a conocer el libro de Angel Hoyos.






Para terminar, debo decir que creo firmemente que todas estas cosas que he venido haciendo hasta ahora no deberían ser producto de burlas; sino afrontadas con la certeza de estar trabajando con la convicción de que el oficio literario puede y debe ser un trabajo bien remunerado. Y que ello sólo se materializará cuando los escritores dejemos de rascarnos la barriga y nos pongamos a hacer que las cosas funcionen. Dejarse de quejar es un primer paso.

lunes, 25 de mayo de 2015

El día que apagaron la luz

Bien sabido es entre quienes me conocen que Charly García es uno de mis cantantes favoritos, por no decir el que más. Sus letras y melodías me parecen geniales, excepcionales. Muchas de sus canciones han calado tanto en mí que sería imposible dejar de escucharlas. Hoy quiero hablarles de la canción que le da el título a este artículo.

Esta canción pertenece al disco "Sinfonía para adolescentes" de Sui Generis. Para quienes no sepan Sui Generis es el dúo musical compuesto por Charly García y Nito Mestre. Este disco fue el último que sacaron allá por el año 2000. Recomiendo a quienes tengan la oportunidad, escuchar este disco completo, con audífonos (de los grandes) y sin interrupciones. Es todo un viaje.

Debo resaltar que ésta no es mi canción favorita de Charly. La que se lleva el primer lugar (según yo) es otra, y no sólo es mi favorita de él, sino además, mi canción predilecta sobre todas las demás sobre la faz de la tierra. Pero hoy no hablaremos de ella. Hoy quiero hablar de "El día que apagaron la luz".



Fue que estando dormido, hace muchos años (quince en realidad), escuché por primera vez esta canción entre sueños (o tal vez pesadillas). Aún recuerdo las notas musicales despedidas del piano. Cada vez que Charly movía sus manos, demonios ancestrales huían de las teclas blancas y negras, carcomiendo así mi cabeza con incesantes desgarros de locura y sonidos que explotaban en mi imaginación. 

Y su voz, que como un mantra se repetía en mi mente una y otra, y otra vez: "Llegará el día en que estemos juntos, haciendo todo para este mundo, paralizando la Tierra el día que apagaron la luz". 

Al despertar la canción se había hecho uno conmigo, ya era parte de mí. Aún hoy ese coro se repite incesante en mis pensamientos. 

Algunas veces me imagino cantando esta canción en un concierto (déjenme imaginar, que es gratis) a un público que no tiene ni idea de Sui Generis o Chary García, sólo para ver cómo se terminarían emocionando con la melodía y la letra.

Así que hoy comparto la canción (con letra incluida), sólo porque sí, porque a veces sólo una melodía basta para dibujar una sonrisa, o al menos fingirla.




En estos días que están pasando
yo sé muy bien que me estás buscando
quieres saber lo que hicimos
el día que apagaron la luz

Con esta música que hay ahora
entiendo por que estás tan sola
paralizando la tierra
el día que apagaron la luz.

No podes ver que ya me perteneces
yo quiero ver casi todo lo que haces
por eso, vida.

Llegará el día en que estemos juntos
haciendo todo para este mundo
paralizando la tierra
el día que apagaron la luz

No podes ver que ya me perteneces
yo puedo ver casi todo lo que haces
por eso, vida

Ya llegó el día en que estemos juntos
haciendo todo a pesar del mundo
paralizando la tierra
el día que apagaron la luz

Paralizando la tierra
el día que apagaron la luz
paralizando la tierra
el día que apagaron la luz
el día que apagaron la luz.

Crónica de una instalación fallida 2

Declaro que el día viernes 22 de mayo de 2015, a las 11am, ¡por fin! nos instalaron un paquete de internet, luego de todas las penurias descritas en un capítulo anterior.

Detalle de los aparatos instalados por Claro.

No fue fácil. Ni siquiera resultó serlo la firma de la conformidad del montaje de los aparatos: en confusas circunstancias, tuve que hacerme pasar por el esposo de mi futura suegra, aquella que finalmente prestó su nombre y su honor para encubrir una serie de operaciones un tanto informales por parte nuestra y de la compañía de teléfonos.

Bien, vamos al detalle: Tras fracasar todas y cada una de las múltiples solicitudes a Movistar, Patricia decidió que Claro era la voz. Sin embargo, cuando consultó por el paquete de internet, cable y un innecesario teléfono, le dijeron que no podía firmar ningún convenio porque el “sistema” no la dejaba.

Nos preguntamos de qué se trataba, estando ella laborando para una entidad financiera, con un historial crediticio impecable y un sueldo que podía costear tranquilamente el servicio. No obstante, hecha la solicitud, otros vendedores del paquete no perdieron tiempo para rescatar tema. Llamaban día y noche, revisando una y otra vez la solicitud, hasta que llegaron a la conclusión de que Paty debía pagar una garantía de 500 soles, más la instalación y tres cuotas por adelantado.

Ante el desconcierto, una buena mañana Paty fue a la central de Claro y decidió hablar con una señorita en plataforma que -según el cuadro en la pared- era la colaboradora del mes. Paty no lo pensó dos veces. Lo dijo: “Si alguien en esta empresa puede solucionarnos el problema es esta chica”. Así, pues, a través de ella se descubrió qué era aquello que impedía que Paty contratase un servicio “tri-play” como cualquier persona excepto yo: hacía un año, había deshecho antes de tiempo un contrato con la empresa y, por tanto, se había hecho acreedora de una de esas penalidades que no solemos darle importancia hasta que caemos de nuevo en las garras de los mismos sinvergüenzas.

Veredicto: Paty no podía contratar ningún servicio por 24 meses.

Sin embargo la colaboradora, que no es tonta y por algo se había ganado su título del mes, le propuso a Paty que buscara a otra persona que prestase su nombre para solicitar el servicio.

Entonces en poco tiempo encontramos a la candidata ideal para estos menesteres: mi suegra, una mujer mayor de 65 años que no trabajaba hacía treinta años y que no poseía propiedades ni ingresos por renta de ninguna categoría. Naturalmente, el sistema aprobó un crédito para ella de inmediato.

Este aparato no sé qué es

Los señores de Claro instalaron el servicio tan rápido que a Paty no le dio tiempo ni de avisarle a su mamá y tuvo que hacerse pasar por ella para coordinar la recepción de los equipos; lo que decantó, de un momento a otro en el que Paty tuvo que salir de forma intempestiva, en que sea yo quien acabase por dar la conformidad de la instalación vía teléfono, fingiendo ser el esposo de mi suegra.


Okey. Si yo soy mi propio suegro…  Paty debe ser… ¿mi hija?

Esta historia no acaba así. El final de todo esto viene con el siguiente remate; tan inverosímil que mejor digo que me lo he inventado para evitar dar mayor explicación:

Resulta que, luego de que los señores de Claro se retiraran de nuestra casa dejando todo instalado, el celular de Paty suena. La llamaban de Telefónica anunciándole que ya han ampliado sus servicios en la zona en la que vivimos. Ahora sí pueden atender su pedido. De hecho, pueden ir de inmediato. No habría que pagar nada.

Paty creyó por un instante que estaba en una cámara escondida. Luego recrodó todo el trajín, sonrió y colgó el teléfono.

domingo, 24 de mayo de 2015

¿Cómo nació Muñeca de trapo?

Muchas veces me lo han preguntado. La pregunta más común, la más cliché que me hacen es  ¿En qué te inspiraste? Bueno, debo decir que no hubo inspiración. No escribí el libro pensando en alguien en especial o con una flor amarilla en el escritorio para que el espíritu de la inspiración pase por allí y me posea como un demonio invadiendo mi cuerpo. No, no hubo tal cosa.




En mi  caso, fueron sobre todo dos cosas: influencia y depresión.

Hablemos de lo primero. En “Muñeca de trapo”  se nota una marcada influencia musical. La música ha sido siempre parte esencial de mi existencia, cada canción de mi lista de reproducción hace referencia a un momento de mi vida, como ya lo expliqué por aquí.

Así que es en base a los recuerdos, sueños y sensaciones a los que me llevan esas canciones, en que me he basado para escribir cada uno de los cuentos que componen mi libro. Por ejemplo, en el cuento Interestellar hago referencia directa a David Bowie, su canción Space Oditty es el motor de todo lo que se desarrolla en la historia.

Otro claro ejemplo se da en el cuento Mr. Jonks, ésta historia es una oda a la canción Bohemian Rhapsody, de Queen. Al punto que quien no conoce esta canción difícilmente podrá entender y disfrutar del cuento en su totalidad.

Pero la influencia no va sólo por las canciones, sino también, por las películas. El cuento que abre el libro se titula Piedra, papel y tijeras. Ésta historia es mi versión en “prosa poética” de la película Edward Scissorhands.

Bien, hablemos ahora de la segunda cosa que da origen a mi libro: La depresión.

Era una depresión causada por la pérdida. En la última época en la que viví en España había perdido muchas cosas, estaba solo, o al menos me sentía muy solo. Lejos de mi familia, de mi hijo, de las personas que alguna vez me llenaron la vida. Sentía que los había perdido.

Emo!!!


Además, mi abuela falleció estando yo tan lejos, y no pude acompañar a mi padre en esos momentos tan duros. Me enteré también de la muerte de una buena amiga, y tampoco pude estar allí.

Una noche todos estos sentimientos negativos se mezclaron en uno solo, y en una especie de catarsis de liberación escribí de tirón el cuento Muñeca de trapo, ésa fue mi primera historia, y es además el cuento que le da el título al libro.

Ya lo decía Charly García: “En el fondo de mí, en el fondo de mí veo temor y veo sospechas con mi fascinación nueva. Yo no sé bien qué es. Vos dirás: son intuiciones, verdaderas alertas”.


Bueno, espero que hayan quedado un poco más claros los orígenes de éste libro. Y claro, si aún no lo has leído, te invito a hacerlo. Que la noche os sea propicia.


viernes, 22 de mayo de 2015

Los nerds ya no son como antes

Estoy seguro de que este post, a priori, va a afectar a mis compañeros de blog. Cálmense. Desde ya les digo que esto no tiene nada que ver con ustedes y que evitaré dentro de lo humanamente posible hacer referencias directas a ustedes.


El término “nerd”, desde que apareció en la cultura norteamericana, a fines de los años 70, se usó para designar a personas inteligentes con escasas habilidades de interacción social. Así lo manifiesta la todopoderosa Wikipedia*.

La idea completa es que esta designación recayó sobre personas que leían mucho (por ello tenía problemas de vista) y/o se obsesionaban con el conocimiento (principalmente en el campo de la ciencia y tecnología). Y así, tan abstraídos y alejados del mundo que los rodeaba, no atendían mucho a las modas ni se preocupaban por su apariencia física.

Veamos ejemplos notables:

Stephen Hawkings, un astrofísico
obsesionado con descubrir las leyes
que rigen el universo.

Bill Gates, un joven informático obsesionado
con las computadoras y otras "maquinitas".

Stephen King, un escritor obsesionado con
crear un nuevo género dentro de la literatura

Oséase que, tradicionalmente, ser nerd encerraba un gran potencial y, de un modo extraño, se podía decir que era una designación propia de quienes hacían cosas realmente chéveres, por encima del promedio y, en algunos casos, que impulsaban el desarrollo de la humanidad.

Pero ahora…



Por el contrario, ser nerd hoy en día es sólo un asunto de apariencia. Estos señores van al gimnasio, usan productos para el cabello e intentan seguir una dieta (de preferencia orgánica). Están obsesionados con su modo de vestir a tal punto que son capaces de pagar una fortuna por poseer ese accesorio que le aportará distinción por sobre todos los demás mortales (accesorio que podría ser un par de lentes retro, un celular de última generación marca ENTEL o una camiseta con el símbolo de su superhéroe favorito que no puede ser otro que de Marvel o DC).

Al nerd de ahora ya no le obsesiona el conocimiento, al menos no en materias útiles. Prefiere los cómics y las series de Warner. Si lee libros, generalmente son aquellos que pertenecen al mundo del Fanfic y están directamente relacionados con las franquicias y sagas que sigue.

De ese modo, las denominaciones que expresan matices de la palabra nerd han crecido, estableciendo varios puntos grises: “Fandom” (fanático de cosas raras), “Geek” (obsesivo tecnológico… ahora: fan de Apple), “friki” (extravagante), “Jerk” (antisocial), “Dork” (idiota) y un gran etcétera. 


Es por eso que el señor Angel Hoyos, Gabriel Chunga y Jonatan Melquiades no son Stephen Hawking, Bill Gates y Steven King, respectivamente.


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*También el término nerd se popularizó los años 1970 inspirado por el filósofo Timothy Charles Paul,6 que usó la palabra para describir un estereotipo de persona inteligente, con reducidas habilidades sociales, y que suele ser objeto de burlas.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Una bonita historia de amor

Tengo una pareja de amigos que son de esas parejas que puede que estén en una relación amorosa o no, de esas que cuando se los preguntan, sólo sonríen y se miran de forma cómplice. Bueno, ella hace poco se fue a Lima por un tema laboral, pero era un viaje corto. Vi en Facebook que había publicado que estaba en el terminal de buses a punto de viajar.

A partir de allí empecé a imaginar toda una historia entre él y ella. Claro que, para no generar discordias o malos entendidos, cambiaré sus nombres (aunque jamás lean este blog).

Y dice así:

Priscilla espera en el terminal impacientemente a que Elvis se haga presente y se abra paso ante la asfixiante multitud. Pero por el altavoz ya están llamando a los últimos pasajeros y aún no hay señales de que el esperado personaje aparezca.
  
Ya no hay más tiempo, Priscilla debe abordar el bus que la llevará a la capital para emprender una nueva vida y tal vez así, olvidarlo. O tener la remota esperanza de que él llegue alguna vez a esa fría ciudad y decida acompañarla en esta aventura de una vida nueva.

Pero él no llega, Priscilla aborda el bus, es la última en subir. Una lágrima de desconsuelo se asoma tímida y recorre su rostro.  El vehículo inicia su marcha y entre la multitud no hay indicios de Elvis.






Ella se resigna a perder la esperanza de verlo por última vez. De pronto, como si los dioses la hubieran escuchado, se oye el tronar de una potente moto acelerando a toda velocidad. No puede creerlo, es su amigo Paul quien conduce y de pasajero va él, aquel ser a quien tanto deseaba ver en el terminal de buses para verlo frente a frente por última vez y haberle podido decir adiós.

Allí está Elvis, de pasajero en la moto de su compañero Paul, conduciendo tras el bus para intentar detenerlo, pero sus esfuerzos son inútiles. Parece que el chofer del bus se ha percatado de la situación y por más que Priscilla le suplica que pare, el chofer se ríe a carcajadas y no hace otra cosa que acelerar más y más.

 Elvis le enseña a lo lejos un ramo de rosas que llevaba para ella, pero debido a la velocidad, las flores empiezan a volarse y lo que fue un hermoso ramo de rosas, ahora es sólo un montón de hojas y flores maltrechas.



A Paul se le ocurre una idea, es algo demencial, pero no tienen otra alternativa si quieren detener ese bus y que Elvis le confiese a Priscilla todo lo que ha guardado su temeroso corazón.

Paul acelera al máximo, parece que el motor de la moto va a explotar en cualquier momento. Con una temeraria habilidad logra esquivar todos los carros y alcanzar al bus, acelera aún más y logra ponerse al lado del gran vehículo, su objetivo es sobrepasarlo y ponerse delante de él para luego poco a poco ir frenando, por lo que el bus también tendría que parar.
  
Pero el destino es cruel y los dioses disfrutan jugando con nuestra suerte. La llanta trasera de la moto de Paul no puede más y se revienta. A esa endiablada velocidad la moto cae estrepitosamente al suelo y se desliza debajo del bus, incluyendo también a sus dos ocupantes.

Se escucha el tronar de la carne aplastada por las llantas del bus, y al conductor no le queda otra que frenar en seco. El llanto de Priscilla es desconsolador. Ella baja del bus y se da cuenta de que la moto está hecha un amasijo de  metales retorcidos.  Paul murió en el acto.

 De pronto una voz muy débil la llama, es Elvis, que en un esfuerzo sobrehumano intenta decirle algo. Priscilla no puede soportarlo más, su amado está a punto de morir delante de ella y en sus brazos. Elvis saca una pequeña cajita de su bolsillo y se la entrega a Priscilla. Le dice: -Debí haberte dado esto hace mucho tiempo, espero que puedas perdonarme. En realidad, siempre te amé-

 Elvis da un último suspiro y cierra los ojos, la fría muerte ha llegado a recogerlo. Priscilla tiene el corazón destrozado. Guarda la pequeña cajita que le regaló Elvis y no se atreve a abrirla. No al menos hasta que el corazón logre sanar este cruel episodio.
  
***

 Pasan los años y Priscilla no ha podido olvidar a Elvis. Ha recorrido el país intentando buscar su lugar, pero es inútil, casi todo le recuerda a él.
  
Una noche no puede más, ahogándose en alcohol sube a la azotea del hotel donde hace dos noches duerme, en una ciudad que ya ni recuerda el nombre. Observa las calles atiborradas de gente y los autos pasar a toda velocidad. Entonces saca de su bolso aquella cajita que Elvis le regaló el día que la muerte lo hizo suyo.

Priscilla abre la caja, observa el pequeño objeto que lleva dentro y se lo pone. No lo piensa dos veces y salta al vacío. Y mientras su cuerpo se acerca más y más al piso, su mente sólo es ocupada por el rostro de Elvis.




 La multitud asustada se reúne alrededor  del cuerpo  inerte de Priscilla, la sangre empieza a manchar todo el pavimento. Pero en su mano, un pequeño objeto hace contraste con toda la oscuridad y sangre. Un anillo de bodas reluce resplandeciente bajo la luz de la luna llena.

domingo, 10 de mayo de 2015

A Dalma le mordieron el labio

Sí, yo me di cuenta. La vi de lejos y no pude evitar fijarme en una pequeña mancha violeta en su labio. Nunca me había percatado, pero haciendo memoria, tiene esa pequeña mancha desde que la conozco.

Le pregunté el origen de esa mancha, pero sus evasivas me dejaron pensando. No pudo haber sido la gallina que la atacó cuando niña porque de esa pelea ya tiene otra cicatriz. Y aunque Dalma suele ser muy despistada al caminar y muy seguido se choca con los letreros en la vía pública, tampoco pudo haber sido un golpe así. Esos moretones no duran tanto.

No, Dalma esconde un secreto, y yo sé cuál es. Al menos puedo deducirlo. Esa mancha se remonta al año 2008, cuando ella tenía catorce años.

Ya me había contado la historia de su primer amor, el primer enamorado que tuvo y con el cual terminaron muy mal. Era el año 2008 y ella estaba en secundaria. Él era seis años mayor, ya había tenido muchas novias antes y ninguna le había durado tanto. Pero para él, Dalma era diferente, era la primera chica con la que había llegado al tiempo récord de nueve meses.

Ella estaba totalmente enamorada, le habían gustado algunos chicos antes, pero él era especial, por él sentía amor de verdad, ése amor adolescente que corre por tu torrente sanguíneo y hace que cada poro de tu piel se dilate cuando te encuentras con esa persona especial, que a esa edad, crees que estará a tu lado para siempre. Ése amor que suele originarse cuando un primer beso es casi perfecto.



Era evidente que en esa relación quien quería más era ella. Ella sentía amor, él sólo cariño, un cariño especial que poco a poco empezó a menguar. A veces caminaban de la mano pero él la soltaba cuando veía pasar alguna chica muy simpática. Ella se daba cuenta pero lo pasaba por alto. No quería causarle problemas ni iniciar una pelea.

Ya ni llegaba a recogerla al colegio, sus encuentros empezaron a ser más infrecuentes, al punto que a veces podían pasar una semana sin verse. Ella lo extrañaba en silencio, lloraba en silencio su ausencia. Mordía su labio cada vez que una lágrima se asomaba por culpa de él. Y fueron muchas lágrimas. Tanto así que una pequeña cicatriz empezó a dibujarse en su labio. Dalma no se había dado cuenta de esta pequeña marca, pero las demás personas sí. Ella sólo ignoraba las preguntas de la gente cuando querían saber por qué se mordía tanto el labio.

Una noche no pudo más, la soledad la afligía demasiado y decidió ir a buscarlo a su casa, pese a que él le había prácticamente ordenado que jamás fuera a su casa porque sus padres no aprobarían que su enamorada fuera una chica tan joven. Pero al llegar a su casa se dio cuenta del verdadero motivo. Lo encontró besando a otra, aquella era una mujer mayor que Dalma, con el cuerpo ya moldeado en su máximo apogeo, maquillada, bien arreglada, con una cartera de cuero y unos aretes que brillaban desde lejos. Dalma era una chiquilla a su lado. Él la miró de lejos e hizo entrar a su acompañante dentro de la casa.

Dalma esperó en la acera y él salió a verla. Ella casi ni podía hablar por el llanto que inevitablemente había comenzado. Pero él, al menos esta vez, fue sincero. Le dijo que hacía ya tiempo que estaba en otra relación, que esta otra chica lo complementaba más y que con ella hacía más cosas que sólo salir a conversar y comer helados.

Dalma estaba destrozada, el amor de su vida la estaba dejando, y no había marcha atrás. Su corazón estaba partiéndose en dos pero un atisbo de conciencia le decía que  al final sería lo mejor.

Fue aquí que Dalma le pidió una última cosa, un último beso para despedirse, a lo que él aceptó. Pero en ese momento justo del beso, el amor que sentía por él se transformó en furia y lo que empezó como un tierno juntar de labios, se tornó en algo salvaje. El odio de ella despertó y se manifestó en una brusca mordida que aprisionaba más y más el labio de su (ex) pareja. Él no pudo aguantar el dolor y en un reflejo por apartarse también mordió el labio de Dalma, justo donde ella se mordía cada vez que lloraba por él. Fue una mordida rápida, brusca y profunda, un hilo de sangre brotó entre los dos y al fin se soltaron.

-No regreses nunca- le dijo él. Ella, tapándose la boca sólo lo miró con odio, se dio media vuelta y desde entonces su corazón se apagó. Desde esa noche la mancha de color violeta quedó tatuada en su labio, para recordarle el crudo episodio de la traición del primer amor.




Pasaron los años, y aunque Dalma tuvo alguno que otro enamorado más, nunca los quiso como al primero, aquél que despertó tantos sentimientos de amor y odio a la vez. Aquel que fue el causante de esa mancha color violeta que hoy en día se ve reflejada en sus labios y que seguro desaparecerá el día en que por fin, logre olvidarlo.

sábado, 2 de mayo de 2015

La literatura juvenil y una tarea de última hora.

¡Buenas noches, Caramanducos!
En está ocasión vengo con un post de fuerza mayor, es para una tarea que tengo justo en este momento, así que ahí le vamos.

La escritura juvenil va cobrando pasos agigantados desde hace muchos años, y no solo vamos a hablar de Harry Potter, quien digamos es uno de los impulsadores que ha marcado una especie de antes y después en la resonancia que ha tenido este genero.

Hoy en día los más viejos, saludos don Jonatan, se quejan de géneros como estos, aduciendo como dijo Mr. King, que no son literatura. La verdad creo que a mi humilde opinión, todo lo que podemos generar a través de nuestras ideas y como las atamos puede considerarse literatura, nuestras ideas e imaginación son la gran fuente de la que se han creado miles de libros ¿Por qué la imaginación de otro tiene que ser separada de la linea literaria? ¿Simplemente porque establecimos carreras distintas? ¿Su carrera o su éxito le hacen la persona adecuada para descalificar un titulo?
Bueno, Respeto a Mr. King, apruebo lo de que "crepúsculo" y "cincuenta sombras de Grey" son porno para adolescentes. Pero creo que la literatura Juvenil es por hoy una linea de partida si lo que queremos es crear jóvenes que se acerquen al camino de la lectura y le pierdan miedo a la misma.





Los jóvenes piden fuentes de entretenimiento, aceptemoslo y muchos miran los libros como un medio de alcanzar los brazos de Morfeo de forma contundente. Recuerdo que uno de mis seguidores, dijo que hasta Zen Zergak I no había leído nada, y ahora quería más historias parecidas, llenas de acción y aventura, un nuevo lector necesita un libro que le abra la puerta al camino de las letras. Y La LJ (Literatura Juvenil) logra eso en un gran sector como el que ahora son los adolescentes y jóvenes universitarios, logran captar su atención y les ofrecen mundos frescos, coloridos y en algunos casos oscuramente atrayentes. Así que ahora no les mademos a los chiquillos a leer Borges para interesarse por la lectura, aunque sea con el dolor de nuestro corazón escojamos algo más rojo o más rosa que les despierte las ganas de leer. 

Bueno creo que con esto me gano la nota, buenas noches y buenas letras. :D

P.D. Sí, sé que fui demasiado redundante, pero iba contra el tiempo.