lunes, 29 de junio de 2015

Películas que no me canso de ver.

¡Buenas noches, queridos amantes de los blogs!
Llevo mucho tiempo sin escribir nada por aquí, vamos que tengo la parte escrita un tanto descuidada últimamente. Los estudios me distraen más que mis actividades de ocio más recurrente, debido en gran parte a que ya falta prácticamente un semestre para acabar la carrera ¡Yuju!
Bueno que me desvió del tema para variar y luego don Aguirre me regaña. Hoy vengo a hablarle de tres películas que me encantan y no me canso de repetir. Películas que si encuentro en la TV dejo de lado la agenda que tengo por delante para sentarme a verlas, empezar o terminar según sea el caso, o disfrutarlas en su totalidad.

Empezaremos con una que justo estoy repitiendo en este momento. Billy Elliot (2000). Está película la encontré hace como 10 años por cable, iba casi por la mitad o menos, y mi curiosidad se despertó al ver a un niño ensayar ballet en una clase repleta de niñas. Vamos que casi cambio de canal, pero mi curiosidad de hacia dónde apuntaba la película me pudo más y termine sentándome a ver lo que estaba por venir.


Billy Elliot es nada más y nada menos que la historia de superación de un niño que no ha conocido nada más allá del machismo y prejuicios planteados por una familia desestructurada. Llena de momentos, a pesar de la cruda situación familiar de Billy, risibles y enternecedoras, sin mencionar el momento en que el padre por fin abre los ojos y confronta al hermano gruñón de Billy, un momento que me arranca las lágrimas. Una banda sonora que se te queda grabada mucho después de ver la película, que si bien no es una de las más laureadas en el género del cine, cumple su papel maximizando las emociones que los actores intentan transmitir.  Podría hablar más de esta película pero solo lograría un post algo soporífero y no es mi intención. Demás esta añadir que recomiendo la película para aquellos que no la han visto.

La segunda película es la Lista de Schindler (1993), película protagonizada por Liam Neeson. La cinta está basada en la historia del empresario alemán Oskar Schindler, que salvo 1100 judíos polacos durante el holocausto. La película está acompañada de excelentes actuaciones y producida y dirigida por Steven Spielberg. En primera instancia vemos a un Schindler oportunista que aprovecha la desgracia que atraviesan los judíos para hacer uso del dinero de estos para comenzar sus coqueteos empresariales con el partido Nazi. Con el tiempo se ve como un hombre por muy frívolo que sea no puede afrontar semejantes atrocidades como las que se vivieron en aquel entonces, sin quebrarse. Es ese punto de quiebre de Oskar Schindler el que lo convierte en un símbolo de esperanza entre los que después serian conocidos como “Los judíos de Schindler”.


Una película llena de momentos emotivos, crudos que trastocan más allá de los sentimientos del espectador, que invitan a momentos de reflexión y que nos muestran el otro lado de la Alemania de la segunda guerra mundial, a aquellos pocos alemanes que aun conservaban su humanidad y que intentaban nadar en contra de la corriente, a su manera, arriesgando sus propias vidas por las de alguien más, por un bien mucho mayor. Y hay una frase que siempre me quiebra en esta película “Quien salva una vida, salva al mundo entero”.

La tercera película (tenía razón en no mencionar a más de tres). La vida es bella (1997). Película que también transcurre, en parte, durante el holocausto. Protagonizada y dirigida por el talentoso Roberto Benigni quien encarna a Guido, un personaje ocurrente y risueño, que llena de gracia las situaciones más grises, y no por una falta de responsabilidad, sino más bien por el simple hecho de no dejar desesperanzarse a quienes le rodean. Algo así como al mal tiempo buena cara, pero al estilo de Benigni o de Guido en este caso.


Momentos oscuros y emotivos acompañan las divertidas gracias de Guido, quien se revela contra las calamidades con una sonrisa, con esperanza, aun en los peores momentos. Cada uno tiene sus maneras de luchar contra las adversidades, cada uno tiene un estilo único, el estilo de Guido es uno de aquellos poco recurrentes, uno de aquellos que aun logran hacer que los niños y los hombres sueñen por igual, con el “La vida es Bella”.

Bueno espero no haberlos aburrido y ya nos leeremos en otra ocasión, y está vez mucho antes de lo que imaginan. 

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