lunes, 22 de junio de 2015

La chica del cabello azul

La chica del cabello azul gusta mucho de caminar por la ciudad, cuando sale del trabajo (o de estudiar) no quiere que vaya a buscarla en mi vehículo. Prefiere que la encuentre a pie para luego ir juntos a perdernos de la mano por las atiborradas calles de la ciudad.

Siempre va con sus audífonos tipo vincha, escuchando desde Sui Generis hasta Raphael, le gusta usar coleta y a veces se ata todo el cabello en un moño encima de su cabeza, me encanta cómo le queda así.

A la chica del cabello azul no le gusta ver televisión, en su habitación este aparato se empolva y muere de olvido hace mucho tiempo. Ella prefiere venir a mi casa, tirarnos en el sofá y ver series por internet, esas series frikis que me gustan desde hace mucho y que ella adora. Podríamos pasarnos horas y horas sin darnos cuenta, mirando temporadas enteras de nuestros superhéroes favoritos.


Me gusta que le gusten mis libros (sí, incluyendo el de los poemas), su cuento preferido es “Tu pueblo también”. Me encanta verla leer los libros de mis amigos caramanducos. Siempre me pregunta cuándo saldrá la segunda parte de Zen Zergak, porque le gustó tanto la primera que no puede esperar mucho a leer el siguiente volumen.

La chica del cabello azul intenta hacerme enojar discutiéndome sobre el Señor de los Anillos y Star Wars, ella dice que prefiere mil veces más Star Wars, aunque yo intento hacerle ver que son dos cosas totalmente diferentes, y allí empiezan esas tontas discusiones que siempre terminamos apaciguándolas con un beso.

A ella le encanta jugar con mi gata, aunque mi Asuka no la quiere mucho, siempre la rasguña o la muerde, pero a ella no le importa. Ama los animales y está empecinada en ganarse el cariño de mi mascota

La chica del cabello azul usa zapatillas rojas, verdes y violetas, y a veces usa calcetines de diferentes colores, me encanta verla así, con sus lentes de hipster, su casaca jean de color verde y esos pantalones ajustados que le enmarcan su delgada figura.

Ella me mira y sonríe, abre su morral (ése que siempre usa y lo lleva a todas partes) y saca un cd pirata de Carla Morrison. Vamos a escucharlo -me dice- y nos tumbamos en el sofá a escuchar el disco entero sin decir una sola palabra.

A la chica del cabello azul le encanta decir "mierda". Creo que es su palabra favorita. Ya me acostumbré a eso. Podemos estar sentados en una vereda conversando y de pronto pasa una mamá con su pequeño hijo camino al colegio. "Vaya mierda de uniforme" dice ella sin el menor reparo. Sólo atino a reírme nerviosamente y mirar a la pobre madre con cara de "Discúlpela por favor"

Todas las mañanas se levanta muy temprano, antes que yo. Y me manda un whatasapp diciéndome "dame un beso cuando despiertes". Adoro ver esos mensajes al despertar. Y cada vez que nos encontramos, prefiere mil veces que le de un beso, antes de decirle "Hola".

La chica del cabello azul intenta aprender a tocar guitarra, pero no es su prioridad, lo hace cuando puede y le sobra tiempo, después claro, de haberme dado una paliza jugando Street Fighter, derrota que suelo revertir ganándola en Need For Speed.

Le encanta el karaoke, a veces cuando estamos aburridos ponemos youtube y buscamos algunas pistas para desgañitarnos cantando a viva voz y en mal inglés las primeras canciones que se nos pasen por la cabeza.

La chica del cabello azul llega a aburrirse del mundo pero no de mí. Y cuando se harta de todo suele cortarse el cabello y cambiárselo de color. Hace poco pasó por un problema familiar que la puso bastante melancólica, al otro día cuando fui a buscarla, se había cambiado el color a morado. No te lo quites nunca -le dije yo- es mi color favorito. -Te amo- respondió ella.



Hay tantas cosas que adoro de la chica del cabello azul (a veces violeta), que me gustaría que ella fuese real. Que de verdad esté esperando por mí en algún lugar y tiempo. Pero a veces me asusto al no encontrarla, porque me quedan tan pocos sitios por recorrer y muy poco tiempo para buscarla.

No la busques, ya llegará -me dijo alguien hace poco- Pero la idea de no encontrarla me aterra. Aún así esperaré pacientemente a conocerla, a encontrarme con ella de casualidad, a animarme a hablarle por facebook a media noche, a insistirle que regrese a esta ciudad, a rogarle que me elija a mí y no a su trabajo, a chocarme con ella entre la multitud de un centro comercial, a que me la presente algún amigo entre vinos de plazuela, a pedirle intentarlo una vez más a pesar de todo, en fin, tantas posibles variantes que el universo nos puede preparar para encontrarnos por primera vez.


O quién sabe, puede que sea quien comparta conmigo mi lecho esta noche, y tal vez al despertar, decida pintarse el cabello de color azul.

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