martes, 16 de junio de 2015

La partida de Dalma

Hola Dalma, supongo que a estas horas ya estás en el aeropuerto esperando el inminente viaje. Ya no tienes escapatoria, no hay nada que puedas hacer ahora. Sólo debes tragarte todos esos sentimientos y aceptar tu inevitable destino. 

Pero ¿sabes? A veces te contradices, la última vez que te vi me dijiste que no querías irte. Pero días antes me repetías incansablemente que esta ciudad te lo había quitado todo, y que no soportabas estar un minuto más aquí.

Tal vez en el fondo de tu ser albergas esa única verdad, que no quieres irte Dalma, pero ya estás allí en la sala de embarque, despierta de una vez, esto no es una película, nadie llegará corriendo en el último momento a pedirte que te quedes, ni siquiera yo, a pesar de todo, ni si quiera yo. 

Sólo me queda decirte que le pongas ánimo, reacciona de una vez, que te sirva de experiencia, intenta tal vez aprovechar al máximo todo lo que tu nuevo destino te pueda ofrecer, y quizás así puedas dejar de huir una y otra vez. Quién sabe, puede que hasta te termine gustando esa nueva ciudad e incluso puede hacerte olvidar todo lo malo que te ha sucedido hasta ahora.

Llevas sólo una mochila con tus pocos trapos y un peluche en la mano, crees que no necesitas nada más, puede que tengas razón. Cuando huyes te aferras a lo que tienes a mano, y ése peluche es lo único que te daba tranquilidad, ése estúpido peluche que te regalé hace ya tanto, hasta él debe estar odiándote por llevarlo contigo en este viaje, si él pudiera hablar te diría que te vayas sola, ni siquiera conmigo, a pesar de todo, ni siquiera conmigo.



No te sientas sola Dalma, al final, en algún lugar, debe haber alguien que piense en ti, pero no seré yo, a pesar de todo, no seré yo. Y no te preocupes por tus gatos, los dejas en mis manos, sabes que mejor persona para eso no puede haber. Así que deja ya de ser tan negativa Dalma, sonríe aunque sea para disimular, que si fuerzas una y otra vez muchas sonrisas, al final te terminaras acostumbrando a ellas. 

El negro lo llevas en la ropa, deja de llevarlo en el corazón. Escribe toda tu historia, plasma todo tu sufrimiento en hojas de papel, puede que así, en esa nueva fría ciudad, dejes algún día de sufrir. Puede que incluso, dejes de evitar esas lágrimas de tristeza y puedas soltar con libertad alguna lágrima de alegría. Te conozco, sé que quieres llorar siempre, que tu pena no te deja en paz, pero no eres capaz de expresarlo físicamente ni siquiera conmigo, a pesar de todo, ni siquiera conmigo.

Ya han pasado los minutos, en este momento debes estar subiendo al avión, deja ya de volver la mirada atrás, nadie va a llegar a despedirse y menos a impedir que te vayas. Sabes que te mereces esta soledad, tú buscaste este sufrimiento. Sabías que el dolor era inevitable y que el sufrimiento era opcional. Pero tú decidiste sufrir Dalma. Y ahora huyes por eso.



Con esto me despido, cuando leas esta carta ya habrá pasado mucho tiempo, puede que incluso hayas olvidado mi nombre, puede que hayas olvidado esta ciudad, y lo más probable es que todos se hayan olvidado de ti y ya no recuerden ni la forma de tu rostro, ni el color de tus ojos, ni el sonido de tu risa, ni el ondear de tu cabello. Todos lo habrán olvidado, incluso tú. Pero al final, solamente yo te seguiré recordando Dalma, a pesar de todo, solamente yo.

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