miércoles, 24 de junio de 2015

Suicidio animal masivo

Esto ha sido horrible. Ayer, como una maldición -voy a pensar que ha sido así-, he visto más animales atropellados en un solo día que los que veo en todo un año. 

Muerte en las pistas

Si tengo que hacer cuentas apuntaré que he visto una ardilla, una paloma, dos gatos y dos perros; todos en distintos estados de rigor mortis. Por ejemplo: la paloma y la ardilla practicamente ya estaban fundidas con la pista. El primer gato -que vi en la mañana al salir de casa- también estaba así, salvo que con la cola parada aún meneándose con el viento.

Por la tarde vendría lo más feo. En berma de la avenida Panamericana me encontré con un gato partido en dos, cuyos intestinos yacían desparramados por varios metros del lugar de su muerte. Debo decir que por un azar del tráfico mi moto debió pasar entre el espacio que había quedado entre las dos partes del cadáver. 

Más allá, sin embargo, había un perro que estaba en las mismas condiciones, salvo que me pareció que intentaba moverse con sus dos patitas delanteras entre camiones y combis que pasaban raudos por todos lados. Ya un poco perturbado, sólo me quedó desear que pronto llegue algún tráiler y termine de aplastar al animal para que acabe con su sufrimiento.

Llegando a casa de Jonatan trataba de recuperarme de aquellas horribles imágenes cuando a un lado de la pista encontré otro perro con la cabeza aplastada. ¿Qué carajo pasó ayer? ¿O es que los conductores estuvimos más descuidados que otras veces o es que hubo un suicidio animal masivo impulsado por alguna fuerza natural desconocida?

No sé. Venía regresando hoy a casa y pasé por el lugar en donde el día anterior estaba el perro que aún se arrastraba torpemente. Lo encontré ya convertido en una alfombra de pelos marrones y huesos triturados y pensé que esto sería una buena entrada para el blog.