Blog de a cuatro
¡Un blog libre!
viernes, 20 de septiembre de 2024
Top 5 episodios de Comadrejas (podcast)
viernes, 30 de agosto de 2024
¡He liberado el blog!
lunes, 26 de agosto de 2024
Yo antes era astrólogo
Diseño de portada de "La cafetera" |
El glorioso "mentiróscopo" |
El famoso Volkswagen |
martes, 6 de agosto de 2024
Tú siempre haciendo problemas
miércoles, 31 de julio de 2024
No debí escuchar esto de madrugada
domingo, 28 de julio de 2024
No puedo dormir y no es por falta de voluntad
Durmiendo en cuarentena. |
Así da gusto. |
lunes, 1 de julio de 2024
Cuando el fracaso es inminente
martes, 25 de junio de 2024
Un día de mala suerte
No tiene nada que ver con la historia pero me gustó el concepto. |
Saborear un café que no se puede pagar. |
Así luce un local que cierra a las 6:00pm, a las 5:40pm. |
sábado, 22 de junio de 2024
A mi psicólogo le caigo mal
viernes, 7 de junio de 2024
La gente no quiere la foto, quiere haber fotografiado
¿Qué hace la gente con sus fotos? Parece ser que las personas pierden el interés de lo fotografiado tan pronto lo suben a sus redes sociales. De allí solo Dios sabe, pues, si pasado un tiempo les preguntas: "¿Qué fue de las fotos de la reunión del año pasado?"; probablemente te responderán que no tienen ni puta idea. La gente es descuidada y conchuda. Descuidada, porque pierden los recuerdos sin ningún remordimiento; y conchuda, porque in situ son los individuos más afanosos, los más avezados, los que están toda la jornada jodiendo con el celular en la mano.
Probablemente no recordarán dónde guardaron sus fotos el próximo año. |
No entiendo cómo todos andan por allí como si nada. Y no es una cuestión generacional, porque uno podría pensar: "claro, como los jóvenes nunca pagaron por revelar una foto, no las valoran". No, estamos hablando también de gente mayor, gente que la mayor parte de su vida, tuvo que comprar un rollo de fotos, costear su revelado y probablemente adquirir un álbum para conservar las imágenes. Un buen ejemplo de esto es mi suegro; a quien vengo escuchando hace 10 años que tiene varios rollos de fotos de cuando Paty y sus hermanos eran niños, que por allí deben estar y que "algún día" va a revelar.
No solo es él. Así piensa toda la gente que conozco, incluídos mis amigos cercanos. Algunos incluso han llegado a contratar servicios de almacenamiento como Google fotos. No sé para qué. Tienen sus fotos y sus videos allí todos desordenados, sin fecha y, para colmo, cuando les preguntas por algún archivo específico, te dicen que "quizá" está en otra compu que no usan hace 10 años o en una pila de fotos pegoteadas, pendientes de escanear y así.
Yo hace tres años emprendí la labor de escanear todas las fotos de mi familia y hacer un archivo general. Lo hice, en parte, porque veía que las imágenes impresas se estaban decolorando, dañándose irrecuperablemente. Así que me dediqué a escanearlas, restaurarlas y ordenarlas cronológicamente. Luego hice lo mismo con otras fotos y vídeos digitales que tenía en diferentes fuentes. Además, le pagué a alguien para que digitalice todas las cintas de VHS que había por casa. Por último, fui consultando a familiares y amigos si tenían otras imágenes. Esto último resultó ser lo más frustrante debido a las excusas: "Voy a ver, yo te aviso", "no sé qué fueron", "me entró virus", "me robaron el teléfono", "solo tengo lo que está en facebook".
Yo no digo que todos se tomen el trabajo de hacer un archivo como el que hice. Sin embargo, debería haber una preocupación por lo menos por cuidar lo que en un momento uno estimó digno de registrar. A no ser que lo fotografiado nunca tuviese valor. Si fuera así, ¿Para qué tomar la foto, entonces? No sé... De pronto se me vienen a la mente las palabras de Alejandro Dolina cuando decía: "la gente no quiere leer, quiere haber leído". En este caso yo diría, parafraseando: La gente no quiere la foto. La gente quiere haber fotografiado. Quiere haberse salido con la suya. Quiere haber sacado su teléfono y que la vean tomando fotos. Quiere haber estado allí. Quiere que le den me gusta. El recuerdo es lo de menos.
lunes, 27 de mayo de 2024
El banco me dio 300 soles
Paciencia. |
martes, 14 de mayo de 2024
Cumpleaños (en plural)
El 23 de abril fue mi cumpleaños número 40. Fue un día extraño: hubo una marcha que buscaba frenar un recorte presupuestario a las universidades públicas y yo me vi atrapado en ella de la forma más insospechada. Había ido al centro a cobrar un dinero y de regreso me topé con cientos de miles de personas que bloqueaban el tráfico, varias cuadras a la redonda. Como el ambiente me pareció festivo, me quedé un momento contemplando el mar de gente que llegaba a Congreso y marchaba con dirección a Plaza de Mayo. No exagero con lo de "mar de gente". Según La Nación la UBA aseguró la presencia de 800mil personas. Lo creo.
Pasado lo curioso, pronto mi ansiedad social se hizo presente y sobrevino en un ataque de agorafobia. Regresar a casa era caminar contra corriente durante varios kilómetros hasta encontrar alguna calle abierta. No fue sencillo, pero se logró. Dos horas después estaba en mi depa, agotado... pero con ganas de celebrar. Paty había decorado la casa con mucho esmero. Además, había preparado una torta de cumpleaños que, honestamente, se veía muy mal pero que de sabor estaba muy rica. A falta de fondos, pasé comprando una cerveza muy barata. Era una Oslava en botella de plástico, de cuerpo ligero, cuya única virtud era que costaba menos de un dólar por litro. Honestamente no me gustó pero, al menos alegró la noche.
Tuve una videollamada con mi abuela y mi hermana; después otra con Jonatan, Gabriel y Angel. Les comenté lo ocurrido. Les dije que lo de la marcha no podía ser una mejor metáfora de mi vida: 40 años yendo contracorriente, metido en asuntos que no tienen nada que ver conmigo en lo absoluto. La reunión, a decir verdad, fue muy amena. Además, resultó agradable encontrarnos los cuatro al mismo tiempo (aunque sea de forma virtual).
Al día siguiente, el 24, me vi con algunos amigos argentinos (colegas de YouTube) en el bar La Poesía. Aquél es uno de mis lugares favoritos en Buenos Aires. Allí me vi con Sebastián, Martín y Juan Felipe (que era su cumpleaños al día siguiente) así que aprovechamos para matar dos pájaros de un solo tiro. Pedimos una soberana picada y bebimos buena cerveza. Por cierto, dejo el dato: "Deleuze Dubbel (Roja 7°)". No hay pierde.
El 6 de mayo fue el cumpleaños de Paty. Un día antes ella tuvo la idea de ir a Vicente López a conocer la costanera. Lamentablemente el día nos tocó horrible. Estaba nublado, oscuro y hacía mucho frío. Para colmo, mientras caminábamos por el parque cayó una llovizna que, parecía que no, pero nos dejó empapados. Así que lo mejor fue el regreso y un café que encontramos cerca de la estación de tren. Al día siguiente, sin embargo, todo fue mejor: fuimos a comer comida peruana con una amiga de Paty y por la tarde celebramos en casa; hicimos una videollamada con la familia y luego no me acuerdo muy bien porque entre el vino y una gripe impertinente me quedé medio dormido demasiado rápido para contarlo.
Un día después del cumpleaños de Paty vino de visita otra amiga suya de Piura y han paseado todos estos días. Me alegra que se den estas oportunidades. Me alegro por ella y porque podemos seguir contando con los amigos. Me alegra que la vida continúe. Y que, a pesar del todo, la distancia, la economía, los paros o la mala cerveza... nos reencontremos con las personas con las que fuimos, somos, y seguiremos siendo felices.
lunes, 22 de abril de 2024
Reencontrándome con mi yo escritor
“Queridos amigos, tal parece que éste ha sido un gran año para este blog, en la medida de que se cumplieron todas las metas propuestas. En lo personal, quería dedicar un vídeo para conmemorar este evento, pero he tenido que salir de viaje y de momento sólo tengo un dispositivo móvil con una cámara low fi y una versión muy básica de blogger que no me permite ni alinear un párrafo.”
martes, 16 de abril de 2024
Carta abierta a mi hermana
Hace exactamente veinte años yo estaba a la mitad de mi carrera universitaria, demasiado metido en mis asuntos y tan desconectado de la realidad, que el saber que mi madre te daría a luz no alteraría los planes que tenía para ese día, que lo más probable eran salir con mis amigos a alguna fiesta de alguien a quien no conocía.
Desde el primer día que llegaste
a la a casa yo siempre te vi de lejos, quizás porque cada vez que quería
acercarme había demasiada gente a tu alrededor admirándote e intentando cuidarte,
o tal vez porque me sentía un poco celoso.
Recuerdo que el día que te
bautizaron yo llegué tarde, ni siquiera me vestí para la ocasión, sólo llegué para
cumplir con la ceremonia, robarme algunos bocaditos y poder irme cuanto
antes.
La infame foto del bautizo |
Desde tus primeros años evité ser
un hermano cariñoso y cercano a ti, en esa época mi vida fuera de casa era la
que más me importaba, e intentaba estar lo menos posible con la familia. Tú no
tenías la culpa, simplemente yo era joven e imbécil, no era capaz de valorar todo
lo que tenía dentro de casa.
Siempre te hacía bromas pesadas
hasta el punto de hacerte llorar muchas veces, pero aún así tú con tan pocos años
tenías detalles tiernos conmigo, como hacerme algún dibujo o darme un abrazo. E
incluso ser la más animada en participar cuando hicimos la foto de Star Wars.
El día que me fui por varios años del país te di un medio abrazo muy rápido a la ahora de despedirnos, estabas llorando por algo que
querías en ese momento y no tenías a la mano. Tenías 4 o 5 años, no podía
pedirte más.
Me perdí toda tu niñez, no estuve
a tu lado en muchos cumpleaños y momentos importantes incluyendo tu paso a la
primaria. Cuando muy de vez en cuando llamaba a casa para saludar sólo hablaba
con mis padres, tú siempre estabas en la escuela y prácticamente nunca pudimos
coincidir.
Cuando regresé de visita después
de dos o tres años fui de sorpesa a verte a la salida del colegio. Te busqué
entre los demás niños y te vi, me miraste de lejos, gritaste mi nombre y
corriendo te lanzaste a mis brazos para darme ese gran abrazo tan largo y fuerte
que hasta ahora siento cada vez que te extraño.
(recreación) |
Pasaron los años y regresé al
país, ya todos habíamos crecido. Yo tenía un hijo que necesitaba toda mi
atención y tú ahora eras la joven, la que prefería estar con sus amigos. La adolescencia
te pegó fuerte.
Esta vez intenté estar en todos tus
cumpleaños y fechas especiales, pero sentía que ya era un poco tarde, que no
podríamos tener la relación de hermanos a la que me negué cuando aún eras muy
pequeña.
Con el pasar del tiempo te fuiste
transformando en una mujer admirable, tan preocupada por su familia, tan atenta
y cariñosa, y además la más cercana a mi padre de todos los hermanos, y yo
siempre agradeceré eso, eras la que nos representaba, sobre todo a mí, que ya
no vivía en la misma casa y casi nunca tenía tiempo para estar con ustedes.
Encontraste a alguien a quien
amar y eso me dio mucha paz y felicidad, el saber que alguien estaría a tu lado
me hacía sentir seguro. Ver que alguien era capaz de merecer tu amor me causaba
mucha alegría.
Pasó el tiempo, cada vez fuiste
aprendiendo más y siendo más ambiciosa con tus planes al punto que decidiste
que lo mejor sería irte a estudiar a la distancia.
Llegó el momento de tu partida,
ahora eras tú quien se iba a buscar su futuro lejos de nosotros, a otro país
tan lejano y distinto que era sorprenderte ver que te entusiasmaba dejar el
nido, ya no había vuelta atrás.
Pero esta vez yo estaba contento,
hiciste tanto en estos años que ya estabas preparada para enfrentar al mundo y
todo lo que este pudiera lanzarte.
Hoy que es tu primer cumpleaños
que pasas lejos de casa, no puedo más que esperar que te hagas más fuerte con
cada día que pase, que el sentimiento de ternura que hay en tu corazón sirva
para llenar de amor esos miles de kilómetros que hoy te separan de la gente que
amas.
Y yo, cada vez más viejo y
gruñón, no puedo desear más que la próxima vez que te vea, darte un abrazo tan
fuerte y sincero como el que me diste tú esa vez hace ya tantos años afuera de tu colegio.
Te amo con todo mi corazón.
martes, 9 de abril de 2024
La memoria es frágil
Regreso del supermercado después de comprar unos dulces para acompañar el café. Al costado del negocio hay un colegio y es la hora de salida. Veo a los niños con sus padres y recuerdo cuando tenía su edad: 7 u 8 años. De pronto, me encuentro en situaciones aisladas. Siento que puedo describir a grandes rasgos cosas como el aula en la casona, cuando mi mamá nos recogía en su pequeña moto o cómo me sentía cuando el abusivo de turno rondaba por mi pupitre. Pero faltan actores en este libreto. Muchos.
Hace pocos años me jactaba de tener memoria de todos los nombres y apellidos de los niños de ese salón. Hoy me es imposible nombrar a más de la mitad y, con suerte, recuerdo el apellido de 3 o 4. De chiripa me acabo de acordar de la maestra, la miss Carmelina (no me preguntes por su apellido). ¿Qué habrá sido de ella? Una pista: No es la que está en la foto.
¿Ubi Sunt? |
La memoria es frágil y el olvido es implacable, pues bastó sólo un par de años de ejercitar el recuerdo para que mi mente borre los nombres y apellidos de estos chicos, como una inscripción en la arena a orillas del mar. Veo una foto de aquel tiempo y, entre conocidos, veo fantasmas. ¿Quienes son? ¿Cuáles eran sus nombres? ¿Por qué yo tengo una camiseta de Mickey mouse?
domingo, 7 de abril de 2024
Por qué me mudé a Buenos Aires (y sigo aquí)
¿Qué hace usted acá? |
Sin carteles de “prohibido pisar el césped” |
Groseramente monumental: un reservorio de agua. |
Vi a un país entero celebrar |